Ceremonia observada en la elección y posesión del mismo En el Pueblo del Pepino a los dieciséis días del mes de octubre de mil ochocientos treinta y seis años, hallándose reunidos en la Casa Capitular vieja los Señores Teniente Alcalde Presidente, don Andrés Cabrero y electores don Manuel Román, don Agustín Cabán, donJuan José Liciaga, don Juan Santos Jiménez, don Pedro Llovet, don Ramón Vélez, don Manuel Cubano, don Desiderio del Río, don Félix Ramón Vélez, don Román del Toro, don Francisco Javier Bello, don Miguel de Santiago, don Juan Ventura López, don Nicolás Hernández, don José Antonio Ferre, don Juan Pablo Luciano y don Lorenzo Mercada!, todos en Junta a efecto de nombrar los individuos que deben componer el Ayuntamiento de este Pueblo en cumplimiento de la Superior disposición del Gobierno Político de esta Isla, se procedió al nombramiento de escrutadores y secretarios, con arreglo al Art. 68 de la Constitución, resultando por unanimidad de votos para escrutadores, don Agustín Cabán y don Juan de los Santos Jiménez, y para secretario, don Juan José Liciaga, quienes después de haber aceptado sus encargos para que han sido elejidos, ocuparon la mesa y dieron principio a examinar las certificaciones de los electores que estos presentaron de sus nombramientos, las cuales encontraron arregladas; acto contínuo pasaron los electores con el Presidente, a la Iglesia, donde oyeron la Misa Solemne de Espíritu Santo y discurso análogo que pronunció el Venerable Cura Párroco, don José Antonio Vázquez concluido lo cual nos trasladamos a dicha Casa Consistorial, en donde después de haber tomado todos asiento, les interrogó el Presidente leyéndoles íntegramente el Art. 49 de la Constitución, lo mismo que hizo del13, 24, 25, 26, 50 y 51 como igualmente de la prevención 4ta. de la referida circular, de que también se les impuso; acto contínuo previa las conferencias sobre las personas que puedan contribuir al mejor gobierno del pueblo, se procedió de acuerdo con el Art. 314 de la Constitución a nombrar a pluralidad absoluta de votos los individuos de que debe componerse el Ayuntamiento de este Pueblo, resultando de ello con mayoría según la regulación de votos hecha, don Andrés Cabrero de Alcalde primero, con 17 votos don Agustín Cabán de Alcalde segundo con 16 votos, don Manuel Román, para Regidor Decano, con 16 votos; don Juan Santos Jiménez para Regidor con 15 votos; don Manuel Cubano, para Regidor, con 15 votos; don Félix Vélez, para Regidor, con 15 votos; don Pedro Llover, para Regidor, con 14 votos; don Carlos del Río, para Regidor con 14 votos; don José Antonio Ferrer, para Regidor con 14 votos; don Juan Ventura López, para Regidor, con 13 votos, y para Síndicos procuradores, don Juan José Liciaga, con 15 votos y don Miguel López de Victoria, con 12 votos; cuyas elecciones fueron publicadas en alta voz por el Presidente, a su debido tiempo, e impuso cada cual de sus respectivos nombramientos, les fue tomado por el Sr. Presidente el siguiente juramento: ¿Juráis a Dios, por estos Santos Evangelios ser fiel a la reina Nuestra Señora Doña Isabel2da., y durante su menor edad a su Augusta Madre la Reina Gobernadora guardar las leyes, obedecer al Gobierno, y haberos bien y fielmente con el ejercicio del honroso cargo que se os confía, mirando en todo el procomunal de este Pueblo?
Cada individuo respondió: «Sí juro». Entonces el Sr. Presidente añadió las siguientes palabras: «Si así lo hiciéreis, Dios os ayude y si no lo os demande». Los señores nombrados tomaron posesión de sus respectivos cargos, con lo cual se concluyó esta acta que firma el Presidente, Escrutador y Secretario.
Andrés Cabrero, Agustín Cabán, Juan de los Santos Jiménez y Juan José Liciaga.

Andrés Méndez Liciaga
Maestro, orador, político, periodista, funcionario, legislador, carcelero. En su pueblo -San Sebastián- tierra de sol y ensueños formó el niño su corazón de bondad al rescoldo de un austero hogar criollo. Su padre, un recio tronco de la selva secular, viejo de barbas floridas, a quien el tiempo no pudiéndole vencer de un solo golpe fue derrumbándole como a las fo rra.lezas legendarias con la cruel lentitud de una furia, le indicó la línea del horizonte, hacia donde se oían lejanos clarines.
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