
1927: Año de sobreproducción y desesperación…
Ante la experiencia positiva de 1925, las cooperativas de Cayey y Aibonito compraron edificios para almacenar la cosecha de sus socios y así entrar en el negocio como almacenistas también, y no solo como refaccionistas. También dio paso a que se crearan otras cooperativas, como las de Barranquitas, Barros21, Bayamón, Caguas, Cidra y Naranjito. Pero, la luna de miel acabaría con la cosecha de 1926-1927.
La expansión de las cooperativas, provocada por el buen precio obtenido en la cosecha de 1925, provocó una expansión del crédito. Ahora el cosechero de tabaco tenía para escoger quien le proveería el crédito para la cosecha. Esta expansión de crédito dio paso a una sobreproducción de tabaco y al consecuente desplome de precios a partir de 1927.
Pero, ¿las distintas cooperativas no se dieron cuenta de las posibles consecuencias que traería un aumento en la producción de tabaco? La contestación a esta pregunta es sí se dieron cuenta. Por eso podemos observar que las cooperativas de Cayey, Aibonito, Caguas, San Lorenzo, Barros (Orocovis) y Comerío promocionaron el no recoger la segunda cosecha tan temprano para 1926. Esto a su vez traería unos beneficios para el cosechero de tabaco en Puerto Rico. Los beneficios serían los siguientes: disminuiría la cosecha y, por lo tanto, la demanda aumentaría, la calidad del tabaco sería mejor, se obtendrían precios justos para los cosecheros y aumentaría el estándar del crédito en el mercado exterior.22 Estas medidas se propusieron para contrarrestar las razones de los acaparadores de pagar precios bajos, ya que estos decían que la calidad de la hoja era baja y que la oferta excedía la demanda.23 Para la cosecha de 1927 el esfuerzo de no recoger el segundo cosecho continuo. Los cosecheros de tabaco argumentaban que los compradores adquirirían este cosecho para satisfacer una necesidad inmediata y luego querían pagar ambos cosechos al mismo precio.24
A pesar de la lucha continua de los cosecheros por no recoger la segunda cosecha, estos entraron a la cosecha de 1927 con expectativas altas y positivas. Esto se puede entender, ya que en la cosecha anterior obtuvieron precios remuneradores. Además, en 1926 Puerto Rico fue azotado por un temporal que destruyó cerca del 65% de los ranchos de tabaco, costando el 30% de la cosecha.25 Además, la cantidad de hojas acumuladas en los almacenes de Estados Unidos había mermado y la cosecha de Cuba se había visto fuertemente afectada por el azote de un temporal. Esto junto con la reducción de la producción por no recoger el segundo cosecho, tenía a los cosecheros en una actitud positiva para la cosecha de 1927.26
La esperanza de los cosecheros se acabaría tan pronto se recogió la cosecha, esta fue abundante por demás. Fue un exceso de cosecha que llego al medio millón de quintales27, la más grande en la historia de Puerto Rico. La cosecha fue tan grande que la cooperativa de Caguas consiguió vender todo su tabaco, del 1927, en 1930.28 Ante la abundancia los compradores se dieron el lujo de bajar los precios, complicando la vida del hacendado. Los cosecheros al ver lo que pretendían los compradores hacer con el precio comenzaron una campaña para que los productores de tabaco no vendieran sus cosechas a menos que obtuvieran un precio remunerador.29 Estos invitaban a los cosecheros a que no se preocuparan porque vendrían otros compradores a la isla, esto como parte de una campaña que se realizaría en Nueva York para que el manufacturero comprara directamente, de modo que la refacción para la próxima cosecha estaría asegurada.30 Ante esta situación Manuel González Quiñones, secretario del Comité de Defensa de los Tabacaleros de Puerto Rico, hace un llamado a los comerciantes y banqueros del país para que estos les den tiempo a los cosecheros para que puedan vender su producto a un precio remunerador, para así pagar las deudas contraídas y obtener ganancias de su producción.31 Los cosecheros trataron de resistir pero sucumbieron ante la presión de las deudas y contribuciones. El precio obtenido fue de $20 dólares por quintal32, 18 menos que la cosecha anterior.
El problema de las deudas hacia que el movimiento de los cosecheros fuese débil. Los hacendados dependían del crédito para poder llevar a cabo sus cosechas. Este crédito, como ya hemos dicho antes, se conseguía a través de la refacción. Para los hacendados poder pagarla y obtener ganancias tenían que conseguir un buen precio por su producto. Al no tener con que pagar sus deudas el poder del hacendado va desapareciendo, pero ellos se mantenían en pie de lucha. La hegemonía hacendada iba despareciendo a medida que la de las corporaciones iba en aumento. A su vez la desaparición de los hacendados daba paso a la recampenización del campo tabacalero en Puerto Rico. Este proceso se va dando porque a los hacendados no poder pagar sus deudas recurre a la venta de terrenos dando paso así a que las corporaciones sigan aumentando su capacidad territorial y disminuyendo la de los hacendados. Esta situación es descrita por Miguel Meléndez Muñoz, defensor intelectual de la lucha de los tabacaleros, en El Agricultor Puertorriqueño:
[E]l pequeño propietario ha ido cediendo el campo de las operaciones agrícolas a esas grandes asociaciones colectivas del capital que actualmente poseen las tierras más productivas y mejor situadas de nuestro pueblo, y en ellas se cultivan otros productos de labranza y recolecciones periódicas con todos los adelantos de la agronomía moderna… Al desaparecer el pequeño propie- tario, el campesino trabajador y económico ha perdido su opción personal al derecho de propiedad, pues existían, no hace mucho, pequeños terratenientes, peones en los comienzos de su época de trabajo, y en todo campesino había siempre un pretendiente a una pequeña parcela de terreno. Hoy saben los campesinos que fueron pequeños propietarios y los que aspiraban a serlo algún día por su labor metódica y constante, que esas grandes y colosales empresas agrícolas industriales no les venderán un terrón de tierra.33
Vemos como para Miguel Meléndez Muñoz la debacle del sector hacendado significaba, como por efecto domino, la caída del sector campesino. Esta conclusión es cuestionable, ya que el campesino tiene una mayor flexibilidad que la hacienda en momentos de dificultad.
El campesino a diferencia del hacendado no produce para el mercado exclusivamente. Por el contrario, el mercado es algo que lo va ayudar a garantizar su subsistencia. Es decir el campesino produce para subsistir no para acumular riquezas. Es por esto que lo hace mucho más resistentes a los vaivenes del mercado, ya que el produce para el mercado para adquirir aquellos bienes que el mismo no se puede suplir. Es por esto que el mercado es algo complementario en la economía campesina.34 La hacienda, por otra parte, depende del mercado para adquirir los bienes que necesita. Por esto la hace tan vulnerable a los vaivenes de los precios.35 Por ejemplo si los precios del producto bajan las entradas de capital de la hacienda baja y por lo tanto los gastos operacionales suben y las ganancias bajan haciendo más difícil la producción dentro de esta.
La emigración fue una consecuencia de la falta del desplome de los precios. La falta de capital por parte de los hacendados, los llevo a perder empleados, muchos de los cuales optaron por irse a la costa en busca de trabajo. Además, de la falta de empleos el campo puertorriqueño no contaba con los servicios públicos que el Estado ofrecía en las ciudades costeras. Por esto, “no nos sorprende que el campesino abandone el campo…y busqué la ciudad”.36 Algo parecido sucedió en las haciendas de Cochabamba, Bolivia y Cundinamarca, Colombia, en donde la falta de brazos acabó con el poder que las haciendas ejercían.37
Como vemos los efectos de la cosecha de 1927 fueron devastadores. Los cosecheros al verse imposibilitados de pagar tuvieron que entregar sus tierras. Otros vieron como estas eran rematas por las respectivas autoridades. Las autoridades remataron “233 fincas rústicas de las cuales 76 son menores de 10 cuerdas y 66 menores de 25”.38 Para los cosecheros el endeudamiento era una preocupación de carácter mayor, ya que al no obtener precios justos y no poder pagar sus deudas las tierras estaban en peligro. Esta pérdida de tierras hacia que las corporaciones tuvieran más oportunidades de comprar tierras y agrandar sus fortunas. Miguel Meléndez Muñoz denuncia este mal del campo puertorriqueño y va más lejos al decir que el gobierno protege a las grandes corporaciones y explota al campesino con las contribuciones:
No ha recibido nunca estímulos de nuestro gobierno la producción agrícola de nuestro país. Puede decirse que entre las corporaciones; los créditos refaccionarios concedidos por los bancos y el comercio y los impuestos han aniquilado, en gran parte, nuestra pequeña propiedad.
Los pequeños propietarios han tenido que pagar el último centavo de sus tributos, o han visto sus fincas embargadas, pregonadas y rematadas por el fisco.39
Vemos como el fisco, según retratado en la cita, era parte de la devastación del campo puertorriqueño. Como podemos ver las consecuencias de la cosecha de 1927 hicieron sentir sus estragos hasta 1929 y explica la propuesta de la no siembra de 1932.
NOTAS
21 Era el nombre del municipio de lo que hoy día es Orocovis.
22 ‘Sobre el cosecho de segunda en los tabacaleros” en Revista El Agricultor Puertorriqueño, 23/enero/1926.
23 “Los cosecheros del tabaco” en REAP, 23/enero/1926. Pág. 7.
24 “Porque no debe cogerse el segundo cosecho del tabaco” en REAP, 31/enero/1927.
25 “La cosecha de tabaco será grandemente reducida: la caída de los ranchos” en REAP, 21/agosto/1926.
26 “Perspectiva del Mercado Tabacalero” en REAP, 15/febrero/1927.
27 Baldrich, Sembraron la no siembra…. Pág. 65.
28 Ibid. Pág. 68.
29 “La Magna Asamblea de los Cosecheros de Tabaco” en REAP, 31/mayo/1927.
30 Ibib
31 “Actividades del Comité Central de Defensa de los Tabacaleros de Puerto Rico: circular dirigida a los comerciantes y banqueros” en REAP, 15/junio/1927.
32 Baldrich, Sembraron la no siembra… Pág. 68.
33 “La alimentación del campesino en sus relaciones con la higiene y la moral: alimentación del campesino” en REAP, 20/febrero/1926. Págs. 7-8 y 10.
34 Para ejemplo de esto ver: Eric Wolf, “San José: subculture…”, James Scott, The moral economy of the peasant…, Robert Manners, “Tabara…”, Pedro San Miguel, Los campesinos del Cibao… y Michiel Baud, Peasants and Tobacco in Dominican Republic, 1870-1930. Knoxville, University of Tennesse Press, 1995, Samuel L. Popkin, The rational peasant: the political economy of rural Vietnam. Berkeley, University of California Press, 1979, James Scott, The moral economy of the peasant: rebellion and subsistence in Southeast Asia. New Haven, Yale University Press, 1976 y Eric Wolf, Peasants. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1966.
35 Eric Wolf y Sidney Mintz, “Haciendas y plantaciones en Mesoamérica y las Antillas” en Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina. México, Siglo XXI, 1975. Págs. 493-529.
36 “El código rural” en REAP, 26/diciembre/1926. Págs. 15-16.
37 Para el caso de Bolivia ver: Robert H. Jackson, “The Decline of the Hacienda in Cochabamba, Bolivia: The case of the Sacaba Valley, 1870-1929” en The Hispanic American Historical Review. Vol. 69, # 2 (Mayo, 1989) Págs. 259-281. Para el caso de Colombia ver: Micheal F. Jiménez, “Traveling far in grandfather’s car: the life cycle of Central Colombian coffee estates. The case of Viotá, Cudinamarca (1900-1930), Hispanic American Historical Review, vol. 69, # 2, mayo 1989, pp. 185-219.
38 “La tierra se va” en REAP, 16/diciembre/1925.
39 “Impuestos y contribuciones: nuestra producción agrícola” (Parte II) en REAP, 15/abril/1929. Págs. 5-6.

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