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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Hacienda La Mocha

Hacienda La Mocha

 Aurora Rivera Arguinzoni– Ponce – El doctor Rigoberto Ramos Nieves y la enfermera anestesióloga Magda Nieves Rivera se conocieron en una fiesta de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico, en San Juan. Se enamoraron y establecieron una familia que hoy componen, además, sus hijos Fabiola, Fabiana, Rigoberto Alejandro y Estefanía. Pero hace cerca de una década el amor por la familia los hizo enamorarse de algo más y ahora desean compartir esa pasión con el mundo creando un nuevo destino para la apreciación histórico-cultural del país, donde la naturaleza y el café son protagonistas.
“Yo soy de la costa y él de la montaña”, comenzó por establecer entre risas la aguadillana; su esposo es de Adjuntas. Ese asunto geográfico provocó que ella anhelara tener algún día una casita de playa y él una finca. Pero asuntos de salud de uno de sus retoños, amante también del campo, inclinó la balanza hacia el interior y una persona que sabía del sueño del galeno, le habló de la finca de sus antepasados.
“La finca era de nueve hermanos. Querían que se quedara en manos de alguien que la pudiera querer y valorar. Para ellos era tan importante la finca, porque aquí vivieron su niñez. Ya se habían dispersado para Ponce y diversos sitios, pero se reunían aquí todos los domingos”, apuntó la enfermera.
Los hermanos solían reunirse en la finca a cocinar, comer, conversar y jugar dominos. Los Ramos Nieves comenzaron a unírseles para conocer mejor los pormenores de la propiedad, y en el proceso se fueron encariñando con el sitio.
“Veníamos los domingos y nos reuníamos con ellos a comer aquí. ¡Eso a mis hijas le encantaba tanto! Se enamoraron de este lugar. Yo le decía a Rigo ‘ellas no van a querer ir pal’campo’, pero ellas me decían ‘este es mi lugar preferido’. Entonces, yo venía todos los días a sembrar matitas y le he cogido un amor tan grande que ya el sueño de Rigo se convirtió en el sueño de todos”, reconoció Nieves Rivera.
Un tesoro escondido
Descubrieron que el lugar había sido una importante hacienda cafetalera de finales del siglo XIX y principios del XX llamada La Mocha. Allí permanecía parte de la maquinaria de la época. Nieves Rivera quedó fascinada con las ruinas de una escuelita que había en la plata baja de la estructura, al lado del beneficiado. Luego supieron que encima de la escuela estaban las habitaciones de los maestros que subían de la ciudad y pernoctaban durante la semana para poder dar clases a los niños de la montaña. Seguido estaba la casa de los hacendados, justo sobre la maquinaria y la tienda, una casona con vista panorámica a las áreas de secado del grano, a la finca y a la costa sur de Puerto Rico.
Una vez la adquirieron, la prioridad fue proteger las ruinas. Con apoyo de profesores y alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR) fueron definiendo lo que debían hacer, al tiempo que visualizaban todo su potencial.

“Nos hablaron de que aquí había una escuela, un dispensario, de que había un puente sobre un río que cruzaba la finca y tenía su charco, pues queríamos descubrir ese camino donde estaba el puente, y fuimos descubriendo y llegando a cada uno de esos lugares. Decidimos empezar en la agricultura y luego empezamos a hablar sobre cómo arreglar la casona”, resumió Ramos durante una visita reciente de Flash! al histórico destino.

El médico reconoció que en un momento dado el frío olímpico casi los detiene, pero fue entonces que el apoyo y la solidaridad de otra familia los inspiró. “Hace tres años que compartimos nuestro deseo con otra familia que vino una semana, nos hicimos grandes amigos en poco tiempo, y decidimos remodelar. Lo que hicimos fue empezar a descubrir maderas y a sustituir aquellas que estaban muy deterioradas para que soportaran el peso de forma segura. Poco a poco fuimos construyendo, pero no cabe duda y es real, que aunque era nuestro sueño, nos faltaba ese empujón. Ahí vinieron nuestros amigos de Hacienda Tres Ángeles, se enamoraron del sueño y nos empujaron, nos enviaron toda la madera”, agradeció.
En el 2014, Hacienda Tres Ángeles, localizada en Adjuntas, fue la primera finca certificada del Programa de Agroturismo de la Compañía de Turismo de Puerto Rico. Además, por su diseño ecológico y misión de desarrollo económico comunitario, la Organización Mundial de Turismo de las Naciones Unidas la incluyó poco después en la segunda publicación del libro “Tourism Stories: My Life, My Community, Our Future”. Con la ayuda de sus creadores -el ingeniero Juan Meléndez, la flebotomista Naomi Gómez y sus hijas María de los Ángeles, Angélica Noemí y Victoria de los Ángeles- los propietarios de La Mocha diseñaron también un sistema ecológico y solidario de cultivo y producción de café puertorriqueño.

“Nuestro sueño realmente es llegar a sitiar el café de Puerto Rico nuevamente donde estuvo hace muchos años, tener la tasa de excelencia de café especial. Ese es nuestro sueño y debe ser el sueño de todo caficultor, de todos en Puerto Rico. Si el petróleo es lo primero que se mercadea en el mundo y lo segundo es el café, ¿por qué nosotros temenos que deteriorar nuestro café. Buscamos la calidad, la excelencia”, recalcó Ramos Nieves.

En cuanto a la casona, la convirtieron en un ‘guest house’ lleno de recuerdos, mobiliario y accesorios rescatados y rehabilitados porque la familia -sobre todo la jefa del hogar- cree en las segundas oportunidades. Cuenta con nueve habitaciones, cocina, comedor, sala y terrazas. Debajo de ella, donde todavía permanece parte de la maquinaria del antiguo beneficiado, estará el restaurante, y la antigua escuela será el salón comedor.
Maravilla de la naturaleza
Junto a la Sociedad Ornitológica Puertorriqueña, Inc. (SOPI) la familia también descubrió que en la finca habita la mayoría de las especies de aves endémicas de Puerto Rico y un gran número de mariposas, lo que puede atraer a innumerables científicos y turistas del mundo entero.
“Hemos hecho un proyecto de turismo sostenible para mejorar la hacienda, que a finales del siglo 19, principios del siglo 20 era el eje económico del barrio, de la región, y queremos que nuevamente se convierta en eje económico adicional. Queremos ser el primer hotel agrícola ecoamigable, que también entremos en la conservación de flora, de fauna, la observación de pájaros”, adelantó Ramos Nieves, quien ya emplea más de una docena de trabajadores procedentes de la misma comunidad y capacitados por Turismo.
“La idea es que puedas salir de tu oficina, llegar acá un jueves o viernes, quedarte, recibir el amor de la ambientación, la tranquilidad del área, amanecer el sábado con el olor al pan horneado aquí mismo, el café tostado y recién colado de la hacienda, que si estamos en época de cosecha se vaya con nosotros a cosechar el café, a resbalarse, a ver cómo se coge el café en su almud, que si llueve se tiene que mojar, llegar al beneficiado, pesarlo, echarlo, ver el beneficio de la limpieza, de cómo se le saca la cáscara, y ver cómo llega ese café que acaba de recoger en la mañana a un sitio para que se seque. Al otro día, que pueda recoger el café seco, tostarlo, hacerlo harina y llevárselo empacado para su oficina el lunes, y que le pueda decir a sus compañeros: ‘esto es café 100% puertorriqueño y yo lo cogí’”, proyectó el médico.
Junto a él, su esposa reiteró la alegría que le provoca ver listo un proyecto de tal envergadura, que justo la noche antes de esta entrevista pusieron a prueba con la boda de una de sus hijas. “Estamos enamorados del sitio, y veo cómo ahora empiezan a llegar las personas y no pensé que les iba a gustar tanto. Eso me sobrecoge demasiado (pausa), el hecho de que algo que amo tanto la gente lo está valorando. Nada de esto se hubiera dado si no es por el Señor, porque realmente Él nos ha dado la fuerza y ha adiestrado nuestra mano para administrarlo”, dijo emocionada.

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