Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Gracia María Ruiz- Al fondo puede verse lo que es hoy la Funeraria Jalvin. Allí hilvanó algunos de sus versos Manuel Hernández Rosa, prestigioso poeta añasqueño, a quien en su honor dieron el nombre a la calle.
Francis Molinero, adquirió la propiedad de manos de Don Manuel Hernández Rosa. La usó como vivienda y más tarde como nuestra primera Funeraria: Funeraria Francis
De su alacena de recuerdo, la profesora Gracia Ruiz rememora detalles que creíamos olvidados. En el centro, nuestra antigua casa alcaldía -nos dice Gracia. El honorable alcalde lo era don Alcides Figueroa. El alcaide de la cárcel, ubicada en la parte trasera, era don Agapito Crespo, quien sucediera a don Alcides Figueroa, como alcalde, ambos por el Partido Popular.
A la izquierda, la casa de 2 plantas de don Antonio Nieto Silva, líder cívico, educador y empresario. A la derecha de la alcaldía cruzando la calle que va para la Calle Desengaño, la casa de Doña María González Chapell, esposa de don Antonio González Suárez. Doña María era maestra y tenía un cuarto de la casa convertido en salón para la enseñanza privada. Esta casa fue adquirida por el municipio, para extender la casa Alcaldía.
La casa frente a la Funeraria, era de madera. Años más tarde regresó de los Estados Unidos, la Señora Lydia Hernandez, añasqueña de corazón, quien la convirtió en la casi mansión
que es hoy día.
Luego de la casa de doña Lydia Hernández, le sigue la casa de quien fuera Sacristán en la Iglesia, don Frank Soto. Frank fue un Sacristan de excelencia. Estuvo mucho tiempo sirviendo la misa con Padre Jacinto Perez Almanza, -Padre Perez- como le llamaban. Como dato adicional habría que mencionar que el eterno Juan Come Pan repicaba las campanas. Que recuerde, nadie ha repicado las campanas de Iglesia alguna en pueblo alguno con la poesía que Juan lo hacía. Había en su repicar alegría y llanto cuando era necesario.
Luego la casa de Don Toño Rosario, conocido como Toño Sátara, padre de Tutin Rosario, Rubén, Cano, Chákaty y otros nombres que se han perdido en la distancia, familia muy querida en nuestro pueblo. La casa existe, deshabitada y en malas condiciones, víctima del inexorable paso de tiempo, al igual que otras de la Calle Desengaño, deshabitadas y protegidas por las telarañas producto del abandono.
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