Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Aunque la boa puertorriqueña o culebrón, Chilabothrus inornatus, se encuentra desde la década de 1970 en las listas estatales y federales de especies en peligro de extinción, actualmente es común, no solo en su hábitat tradicional de los mogotes, sino en áreas boscosas por toda la isla. La IUCN (International Union for Conservation of Nature) ha colocado la especie en la categoría de least concern. Evidentemente, las poblaciones de la boa se han recuperado según terrenos dedicados a la agricultura se han convertido en bosques. Hoy no es raro encontrar un culebrón cerca de una casa, particularmente si se vive cerca de un monte. Algunos ciudadanos las han encontrado dentro de sus residencias y otros dentro de automóviles que pasaron la noche con las ventanas abiertas. Según un cronista, durante el siglo 18 las boas entraban a menudo a las casas en busca de roedores.
Esta culebra mide generalmente de seis a siete pies de largo (la hembra es más grande) y es típicamente parda con líneas y bandas oscuras. La coloración es variable, algunos ejemplares son pálidos mientras que otros son casi negros. Su cabeza es más ancha que el cuello y sus movimientos lentos la distinguen de la corredora pueertorriqueña. El culebrón ataca ratones, ratas, pájaros, lagartijos, iguanas verdes y murciélagos; en el último caso la culebra se agarra de piedras salientes o de ramas cerca de la entrada a una cueva y agarra la presa cuando le pasa cerca o choca con ella. La boa muerde e inmediatamente se enrosca, apretando hasta que se dificulta la respiración y el corazón deja de latir; enconces engulle la presa completa, comenzando por lo general con la cabeza. La boa caza de noche y descansa por el día, soleándose a veces para acelerar la digestión y el desarrollo de los huevos.
Las boas adultas tienen pocos enemigos naturales en el bosque porque son muy difíciles de detectar entre la vegetación, pero cuando se exponen pueden ser depredadas por aves de rapiña. Un peligro potencial es la invasión de los bosques por la boa constrictora (Boa constrictor), una especie exótica más grande establecida en la isla. La boa constrictora podría depredar o desplazar ecológicamente a la boa puertorriqueña. En el entorno urbano la boa es víctima de algunos animales de la finca, como el cerdo, y los ejemplares más pequeños pueden ser matados por perros y gatos. Cuando se sienten amenazadas se enroscan formando una bola y sólo cuando la amenaza se agrava se lanzan con la boca abierta hacia el agresor.
En tiempos pasados las culebras se mataban para extraerles la grasa o manteca y usarla en remedios caseros; el aceite de culebra que se vende en farmacias y otros mercados es aceite mineral con algún ingrediente para darle olor. El culebrón se reproduce cuando comienza la época de lluvias. La cópula sucede luego de un periodo de cortejo durante el cual el macho y la hembra se entrelazan. La hembra retiene los huevos en su interior (es ovovivípara) y unos seis meses después emergen de su cloaca unas veinticuatro culebritas que miden hasta 18 pulgadas de largo. La madre permanece con las crías varios días, luego de lo cual éstas se dispersan. Las culebritas tienen suficiente reserva alimenticia para varias semanas antes de empezar a alimentarse. Se estima que los adultos pueden vivir dos o tres décadas. La boa puertorriqueña habita solamente en Puerto Rico.
Foto: Mel J. Rivera
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