
Carta a Irma (1939): Nacionalismo y trujillismo
Mario R. Cancel-Sepúlveda -Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 15-16
Fragmento 4: Santo Domingo y Puerto Rico. La hostilidad aprista contra Batista es la misma hostilidad nacionalista contra Roosevelt. La hostilidad aprista contra Batista se refleja en Puerto Rico.
La carta de Cuba llueve, truena y relampaguea contra un médico dominicano, residente en Cuba, que tuvo la osadía de dirigirse a nosotros.
Prevalece un dejo de ironía cuando pienso que este médico es aprista, que delante de mí cariñosamente llamó a Trotsky “el viejo”, que delante de mí se pronunció contrario a las normas de la Tercera Internacional –que no mostró ningún entusiasmo por Batista.
¿Cómo explicar, entonces, el encono contra este dominicano?
En primer término, el doctor Henríquez es antitrujillista.
El nacionalismo no perdona eso.
El nacionalismo jamás ha formalizado una censura al régimen de Trujillo.
La carta de Cuba habla de las cárceles del Perú y el Brasil y Guatemala, de sesenta condenados a muerte en El Salvador, de los “campos” (¡cielos y tierra, inglés en español!) de concentración en Alemania, de las manoseadas celdas convertidas en tumbas en Rusia, de los nacionalistas árabes en la Palestina, de Marruecos, de Etiopía, de la India… “No sigamos,” dice la carta de Cuba. “Nos ahogaríamos.” La matanza de ocho mil haitianos (1937) no aparece por ninguna parte.
No puedo decir que la omisión sea involuntaria. (El) compaginamiento entre Alemania y Rusia es viejo –dentro y fuera del nacionalismo. He visto alusiones a los otros casos en muchos documentos nacionalistas. Nunca he visto nada contra el Benefactor, en labios del nacionalismo. El tema de Trujillo es tabú.
Comentario:
En este breve fragmento, el autor señala el comedimiento y el cuidado que mostraba la Junta Nacional del Partido Nacionalista de Puerto Rico ante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina (1891-1961), alias “El Jefe” o “El Benefactor”, y la usa como un argumento para afirmar su filotrujillismo y, con ello, su autoritarismo fronterizo con el fascismo. La protección que el gobierno de Fulgencio Batista (1901-1963) en Cuba –quien dirigió la nación entre 1933 a 1940- dispensó a un grupo de nacionalistas puertorriqueños, parece ser un detalle crucial en el argumento de Toro Nazario.
No se puede pasar por alto que los documentos del Buró Federal de Investigaciones (FBI), habían llamado la atención sobre un agente nacionalista es Cuba -Juan Antonio Corretjer con toda probabilidad- que había estado en contacto con el grupo ABC, identificado con los intereses de Batista, con el fin de adquirir conocimiento en el arte de confeccionar explosivos para fines revolucionarios. La gestión pública de Batista, como se sabe, se caracterizó por la intensa persecución a comunistas y socialistas como respuesta a su eficaz labor de organización de los trabajadores de la caña en aquel país. El silencio de los nacionalistas ante Trujillo, combinado con la alianza con Batista, eran razones suficientes para que Toro Nazario acusase a Juarbe y Juarbe y su grupo “ortodoxo” de filofascistas.
La vendetta en este fragmento se agria por las críticas de Juarbe y Juarbe a Federico Henríquez y Carvajal (1848-1952). El “hombre de las tres jotas”, como se refiere Toro Nazario a aquel en algunas partes del documento, se sintió incómodo ante el hecho de que el intelectual dominicano y amigo de la causa de Puerto Rico, se comunicase con sus adversarios en Puerto Rico. Henríquez y Carvajal había sido uno de los miembros más activos de la Junta Dominicana Pro Independencia de Puerto Rico (1927) auspiciada por el propio Albizu Campos durante su viaje de propaganda internacional (1927-1930). Fue un intelectual que apoyó a la guerrilla rural de los “Gavilleros” durante la intervención de Estados Unidos en República Dominicana (1916-1924), un antitrujillista confeso y un hostosiano a toda prueba.
La filiación de ciertos sectores del Nacionalismo Puertorriqueño con el trujillismo puede documentarse en una breve memoria escrita en 1931 por una militante, la poeta María López de Victoria conocida como Martha Lomar (1893-¿?), publicada en 1959 bajo el título Trujillo y yo. La autora se muestra remisa a discutir la obra política del dictador por temor a equivocarse. Pero reconoce que “los poderosos son elegidos del Señor, quien los utiliza para fines que ignoramos”. Una versión de la manida teoría del origen divino del poder apoya la opinión de la poeta. La justificación del exceso de poder me parece obvia, y el argumento providencialista, típico de Nacionalistas Católicos fundamentalistas. Como en el fascismo clásico, rechazar el pensamiento / racionalidad en el nombre del sentimiento / intuición, es considerado un acto legítimo.
Esa conexión simbólica habría que añadir la intensa amista que dispensaron nacionalistas particulares como Cayetano Coll y Cuchí, hermano de uno de los fundadores de la organización nacionalista puertorriqueña, y el ingeniero y empresario Félix Benítez Rexach quien colaboró intensamente con Albizu campos antes y después de la cárcel de Atlánta, con el dictador. El hecho de que en 1936 el periódico nacionalista La palabra dirigido por Juan Antonio Corretjer decidiera censurar cualquier artículo “en contra de ninguna personalidad fuera de nuestra política nacional” (incluyendo a Trujillo o a Batista), demuestra que esa organización prefería el silencio incómodo ante situaciones que merecían un comentario crítico al menos.

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