Los ciempiés (centipedes) se distinguen de los demás artrópodos por su cuerpo largo y achatado, las antenas bien desarrolladas y la presencia un par de patas en cada segmento, siendo las del segmento final notablemente más largas. El número de patas varía de 30 a 362, según la especie, pero curiosamente nunca es cien. Las patas del primer segmento, justo detrás de la cabeza, se han modificado para formar unas garras o colmillos gruesos (derecha) que el animal usa para agarrar la presa, inyectarle un veneno paralizante (producto de glándulas en la base de la garra) y sostenerla mientras las mandíbulas cortan pedazos para tragarlos. Los ciempiés son nocturnos y se encuentran por lo general entre las piedras o debajo de éstas, entre la hojarasca, bajo la corteza de los árboles y en troncos podridos. La caja del contador de agua es un buen escondite. Se alimentan mayormente de arañas e insectos, pero los más grandes añaden a la dieta coquíes, sapos, lagartijos, pichones, ratones e incluso murciélagos. Sus enemigos principales son los lagartijos, las culebras, las aves (incluyendo las gallinas), las ratas, la mangosta y el ser humano, quien al parecer le tiene un miedo innato y no puede resistir la tentación de matarlos.
La reproducción de los ciempiés comienza con un periodo de cortejo durante el cual la pareja se toca y uno camina alrededor del otro. El macho entonces expulsa por su abertura genital un paquete de espermatozoides que coloca en el sustrato. La hembra recoge los espermatozoides y más tarde deposita de diez a cincuenta huevos. Algunas hembras dejan los huevos en el suelo y se marchan, pero otras los cuidan entre sus patas (izquierda) y están con las crías hasta que se dispersan.
Los ciempiés grandes que con alguna frecuencia se encuentran en balcones, marquesinas, terrazas e incluso dentro de las casas pertenecen probablemente a Scolopendra alternans si vives en el este de la isla o a S. angulata (derecha) si vives en el oeste. Ambas se parecen y cuidan sus crías. Las dos son capaces de infligir una picada muy dolorosa, aunque no mortal, cuando se entra en contacto con ellas, por lo general pisándolas o agarrando una toalla, un pantalón u otro objeto donde estaban escondidas. Scolopendra alternans habita en la Florida, las Bahamas, las Antillas y el norte de Sudamérica. Scolopendra angulata vive en Puerto Rico, las Antillas y Sudamérica.
Foto: Alejandro Sánchez.