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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Efectos del cambio de soberanía y sus medidas económicas en el café

Efectos del cambio de soberanía y sus medidas económicas en el café

Tras una leve recuperación en los precios y en la industria que coincidió con la instauración de la Autonomía, sobrevino la crisis e incertidumbre del bloqueo y la invasión norteamericana en 1898, seguida por frecuentes ataques e incendios a haciendas grandes y almacenes urbanos por parte de partidas sediciosas.

En 1899 pasó sobre la isla el desastroso huracán San Ciriaco, que afectó siembras, suelos, estructuras y caminos y redujo la cosecha a menos de la mitad. Siendo la cosecha la forma de pagar los préstamos de refacción, el paso del huracán en los meses previos a ésta dejó a los caficultores sin poder cumplir con la amortización de sus deudas e intereses y con necesidad de tomar prestado para realizar reparaciones, restablecer las siembras y mantenerse hasta la próxima cosecha. Pero las fincas semi-destruídas en una época de precios bajos valían menos de lo que ya se debía, y no servían de garantía para aumentar los préstamos. Los comerciantes se vieron privados de los ingresos que planeaban recibir por la venta del café y por concepto de intereses que se les adeudaba. Si tomaban las haciendas, desvalorizadas e improductivas, en pago de las deudas, perderían parte de lo que habían prestado y de todas formas tendrían que invertir en ponerlas a producir. Los trabajadores que recogieron lo que quedó de la cosecha de 1899-1900 vieron su ingreso reducido a menos de la mitad, pues la mayor parte de la cosecha se había perdido con la lluvia y el viento. Las haciendas y regiones más azotadas se tomaron años en recuperarse.

Por su parte, los trabajadores que recogieron lo que quedó de la cosecha de 1899/1900 vieron su ingreso por este concepto reducido a menos de la mitad, pues la mayor parte de la cosecha se había perdido. Esa situación ayudó a iniciar un éxodo de familias y trabajadores hacia otras regiones de la isla.

La imposición de la soberanía norteamericana afectó grandemente la posición competitiva del grano boricua en los que habían sido sus principales mercados hasta entonces. El café de Puerto Rico dejó de entrar en forma privilegiada a Cuba y España, aumentando drásticamente su precio en los que habían sido sus dos principales mercados. La arbitraria y desastrosa medida del régimen militar del 1900 imponiendo la moneda norteamericana a un tipo de canje muy desventajoso para Puerto Rico vino a empeorar unas ganancias menguadas por un precio mundial bajo y contribuyó a una crítica escasez de crédito en momentos en que más falta hacía para conjurar los efectos del huracán en los cafetales, caminos y estructuras de las haciendas. El tipo de cambio redujo el circulante en un 20%, produjo gran inflación y escasez de efectivo y depreció valores. Estas y otras medidas decretadas por la nueva metrópoli prácticamente obligaron a muchos agricultores a vender sus tierras a los únicos que estaban en posición de comprarlas, los inversionistas norteamericanos.

En 1901 le fue impuesta a Puerto Rico la aduana de Estados Unidos. Aunque eso benefició al azúcar y al tabaco (que ya estaban mayormente en manos de corporaciones norteamericanas), motivó a los países europeos, incluyendo a España que había venido consumiendo el 30% de la exportación cafetalera puertorriqueña, a aumentar las tarifas aplicables a un café convertido en exportación de Estados Unidos. Al reducirse el comercio con Europa, se redujo el número de barcos disponibles, dificultando y encareciendo los embarques de café. Por otro lado, Cuba, ya independiente, aumentó en cuatro veces el arancel al café importado para estimular una mayor producción local de café, tornándose casi prohibitivo allí el precio del café puertorriqueño.

Como resultado de estos eventos, la exportación decayó desde 579,000 quintales en 1898 hasta 122,000 en 1901. Muchos de los principales exportadores y hacendados cafetaleros de nacionalidad española dejaron la islaentre 1899 y 1902, llevándose consigo importantes contactos comerciales. Algunos se fueron por temor, otros por haber perdido los privilegios que les daba el antiguo régimen colonial, otros aprovechando la coyuntura para retirarse a disfrutar del capital acumulado, y otros arruinados por los efectos del huracán, el endeudamiento, las medidas económicas del nuevo régimen y la reducción del precio mundial.

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