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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
El Arbol de Cofresi

El Arbol de Cofresí

Crecen a lo largo del Río Grande de Loiza en el Barrio Ausubal, viejos árboles de María, cuyas raíces parecen boas gigantescas. Aislado del resto de la vegetación se ve “el Árbol de Cofresí”. Por él preguntan los que viajan a la aldea. Hasta él llega aquel que , más valiente que los demás, desea ver por sí mismo si es verdad lo que del árbol se dice.

Si tiene la suerte de hallar claras las aguas distinguirá en el fondo, un bulto negro y cuadrado atado a una gruesa y mohosa cadena cuyo otro extremo remata en una de las enormes raíces que va a dar al río.Y paseándose sobre el bulto verá un enorme pez que al percatarse que alguien lo espía, alborotará con su aleteo el fondo del río, desapareciendo así todo de la vista del intruso.

—Es la caja de Cofresí— le dirá con voz misteriosa el guía que lo llevó al sitio. —El peje que alborotó el agua es el hombre que el pirata degolló y tiró al agua para que le cuidara su tesoro.O quien sabe si es el alma en pena de la pobre Yadira. —¡Vámonos! …vamonos antes de que aparezca el monstruo. Y él es el primero que echa a correr.

Los vecinos del barrio no frecuentan el sitio temen al pez del pirata. Hablan del tesoro como de algo maldito que trae la desgracia. Pero ¿Quién era Yadira?

Yadira llevaba todas las tardes hasta aquel sitio solitario a su amado.Se sentaban bajo el árbol cerca del tesoro. —¿Lo ves ?— le dijo un día a Manuel —dicen que hay un brazalete de brillantes muy bonito. El mismo Cofresí lo arrancó del brazo de una infanta a quien hizo prisionera. ¡ Cómo me gustaría tenerlo!…

Aquella tarde las aguas estaban claras como nunca. La caja de Cofresí se mostraba casi entera. Yadira no despegaba de ella los ojos. Diríase que esta vez el tesoro producía en ella una rara obsesión. De pronto comenzó a gritar —¡se abrió la caja se abrió! El pirata nos regala su tesoro. ¡El brazalete Manuel, el brazalete! Manuel la miró sobresaltado —¡No Yadira! es una alucinación tuya. La caja está cerrada.

Yadira, enloquecida por la ambición se lanzó al agua tras el tesoro. Manuel, aterrorizado vio como Yadira se hundía en las aguas y vio como una sombra negra se abalanzaba sobre ella, mientras una aleta se alejaba río abajo. Desde entonces hay diferentes opiniones sobre quién es el pez que cuida el tesoro. ¿Será Yadira?

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