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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
El Bosque de Cambalache y el uso de la madera

El Bosque de Cambalache y el uso de la madera

Frank H. Wadsworth- Desde los tiempos de los taínos, las personas que vivían cerca de los bosques buscaban diariamente leña para el fogón de la cocina. El Bosque de Cambalache estaba rodeado por campos agrícolas y las familias dependían de la zafra azucarera para su vida y del bosque para su leña. Como el corte de árboles que sólo servían para leña favorecía la producción de buena madera, se autorizó que las personas extrajeran leña a orillas del bosque. En Cambalache, unas 245 familias dependían de la leña del bosque. Estas personas consideraban que el bosque era suyo e informaban a la administración sobre el corte ilícito de madera.

Los predios agrícolas que originalmente se abrieron en los bosques se conocían como conucos y sus dueños como conuqueros. Al tumbar los árboles se separaban los postes y las pencas de las palmas para construir las casas. Se hacía carbón de la leña y lo que quedaba del bosque se quemaba. Para subsistir, inmediatamente se plantaban guineos y frutos menores. El suelo se deterioraba después de dos o tres cosechas y era necesario extender el conuco. Las casas de los conucos estaban hechas comúnmente con tablas de los troncos de palmas y eran una copia de los bohíos indígenas. De ser posible, el piso del bohío se elevaba en postes para reducir la temperatura, la humedad, mejorar la salud y acomodar animales debajo. El cultivo del batey alrededor de la casa, una tarea mayormente de la mujer, proveyó farináceas para la familia y tal vez algo para vender en el pueblo. En los declives del interior de la isla, los suelos de los conucos se deterioraban rápidamente al perder la hojarasca forestal y sufrir erosión. El suelo severamente erosionado no solo producía menos, sino que favorecía la invasión de yerbajos. El mercado para hojas de relleno de cigarros introdujo un monocultivo de tabaco aún en declives extremos; esta práctica llevó toneladas de sedimento a los lagos, reduciendo así su capacidad de almacenaje.

El aumento de la población rural y el fomento la agricultura favoreció la remoción total de los bosques. El gobierno recomendó hasta la producción de tomates en las montañas areniscas de Jayuya. En este lugar de la Cordillera Central los agricultores no dejaron un solo árbol en sus fincas. El deterioro de los suelos, debido a la erosión después de cosechar los productos agrícolas, marcó el comienzo del uso de abonos químicos.

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