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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Jack Delano

Jack Delano

Paola M. Pérez Soto -Jacobo Ovcharov nació en la ciudad de Kiev, Ucrania el 1 de agosto de 1914 de donde emigra junto a su familia nueve años más tarde a la ciudad de Philadelphia, Pennsylvania en los EEUU. Es ahí cuando ingresa en la “Settlement Music School” para estudiar violín, viola, armonía, teoría y composición por nueve años. En 1932 comienza sus estudios en la “Pennsylvania Academy of Fine Arts” donde conoce a la que más tarde sería su esposa y colaboradora, Irene Delano. En 1936, mientras cursaba estudios en la Academia, recibió la Beca Cresson para viajes y parte hacia Europa en el barco francés Normandie. Durante esta visita, decide comprar una cámara fotográfica para documentar su viaje, es ahí cuándo se encanta por la fotografía y regresa decidido a dedicarse a este medio.

Bajo la administración de presidente Roosevelt, se creó el “Federal Act Project” el cual también le proveía trabajo a artistas desempleados. Fue entonces que Delano propuso el proyecto de fotografía que consistía en documentar trabajadores de minas de carbón en Pennsylvania, quienes penetraban las mismas ilegalmente. Allí vivió durante un mes con una de las familias de mineros, dice:“Siempre sentí una gran simpatía por los obreros, quizás por que sabía muy bien cuán afanosamente habían trabajado mis padres durante toda su vida para ganar apenas lo necesario para que no pasáramos hambre.”

Luego de unos años muy difíciles por la escasez de trabajo a consecuencia de la Gran Depresión, en 1940 Delano finalmente recibió un telegrama de parte de la Administración de Seguridad Agrícola (FSA, por sus siglas en inglés). Por medio de éste, se le comunica que se necesita de sus servicios para documentar, entre otros lugares, territorios de los EEUU, como lo es Puerto Rico. Desde el primer momento que puso pie en la Isla en noviembre de 1941, Delano quedó encantado con ella, en especial con su gente, como muchas veces afirmó. Durante esta primera visita a Puerto Rico, bajo asignación de la FSA, Delano, junto a su esposa Irene, logró visitar y documentar gran parte de los municipios. Para comienzos del 1942, los Delano se vieron obligados a abandonar la Isla, ya que había estallado la Segunda Guerra Mundial y los servicios de Jack Delano eran requeridos.

Al finalizar la guerra, Delano es otorgado una beca de la Fundación Guggenheim la cual le permitió regresar a la Isla, donde se estableció permanentemente, para el año 1946. Las décadas subsiguientes fueron sumamente importantes para el desarrollo del arte y la educación en la isla.  El gobernador Luis Muñoz Marín creó la División para la Educación a la Comunidad (DIVEDCO) para la cual reclutó a su gran amigo Jack Delano, quien se destacó como productor, camarógrafo, guionista y compositor musical. Luego, éste pasó a dirigir proyectos más ambiciosos dentro de la división, como lo fue el filme Los Peloteros (1951). Por su parte, Irene Delano organizó y dirigió el Taller de Artes Gráficas de la Comisión de Parques y Recreos Públicos.

Llegada la década del 80, Delano decidió retomar el proyecto que lo trajo por vez primera a la Isla; documentando los cambios culturales, sociales y económicos que habían ocurrido en los últimos 40 años. “Más también se distingue un hilo de continuidad: el puertorriqueño, por mucho que cambie, no ha perdido su aire de familia.” (Puerto Rico mío, 1990Este impresionante proyecto llevó a la curaduría de la exposición Contrastes: 40 Años de Cambio y Continuidad en Puerto Rico que se presentó en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras para finales del 1982. El libro Puerto Rico mío se publicó en 1990, como resultado de esta exhibición. Jack Delano falleció el 12 de agosto de 1997 en San Juan, PR.

PRFROGUI -Pocos fotógrafos han podido capturar tan magistralmente los rostros y talantes característicos de la idiosincracia puertorriqueña. Con su esposa, al igual que el médico Bailey Ashford, entre muchos, nos mostraron el lado humano y solidario de la presencia norteamericana.

Jack y su esposa se integraron al quehacer cultural puertorriqueño, contirbuyendo en aspectos como, la ilustración de libros, realización de documentales y películas, establecimiento de talleres de artes gráficas, redacción de guiones,composiciones musicales y a actividad fotográfica. Fue director de programación de la estación del pueblo de P.uerto Rico ., la WIPR.

Como artsta era intenso y polifacético. Delano uso el lente para demostrar como vivían, en que trabajaban y hasta que comían los puertorriqueños en 1940 y 1980

Ángel G. Quintero Rivera -Fotógrafo, cineasta, caricaturista, diseñador gráfico y compositor “clásico”, descendiente de judíos ucranianos que emigraron a los Estados Unidos en 1923, Jack Delano pasó sus años de formación en Filadelfia y en Nueva York. Su infancia y juventud combinaron la tranquila convivencia familiar de tradiciones culturales ancestrales con el cambio social vertiginoso. Las metrópolis dramatizaban las condiciones sobre las cuales se forjaba ese nuevo país: una pujante economía crecientemente monopolizada y basada en la competencia para el enriquecimiento individual, frente a una arraigada ideología democrática cimentada en el “ciudadano común”. Ante la crisis de la Gran Depresión, el Presidente Franklin Delano Roosevelt ideó los programas del llamado “New Deal” (Nuevo Acuerdo) para buscar consensos sociales que posibilitasen una convivencia diferente.

El arte de Jack Delano es hijo del New Deal: agudas tensiones sociales y luchas por su resolución democrática. Por ese motivo no es casual que justo al iniciar su vida pública profesional, el inmigrante Jasha Ovcharov cambiara voluntariamente su nombre acorde con sus nuevas señas de identidad. Adoptó como apellido Delano, del nombre materno del entonces presidente norteamericano, y como nombre Jack, que tradicionalmente designaba al hombre común. Tampoco es coincidencia que decidiese iniciar su vida profesional con la fotografía documental. En los años 30, la fotografía salió del ámbito controlado del estudio para incorporarse a la realidad de las calles. Uno de los movimientos más importantes en este desarrollo estuvo vinculado al New Deal. Bajo la dirección del sociólogo Roy Stryker, un grupo de fotógrafos de la división de documentación histórica de la Farm Security Administration (FSA) se lanzó por todos los Estados Unidos para documentar los avatares de la cotidianidad del norteamericano común. El proyecto intentaba combinar el arte, las humanidades y las ciencias sociales en un quehacer dirigido a incidir en la política pública y la concepción del país. Cada fotógrafo se preparaba para sus encomiendas con lecturas de economía, historia, antropología de la región cuya vida iría a “documentar”, pero sin perder de vista su condición de artista.

El grato descubrimiento de Puerto Rico 

Como fotógrafo de la FSA, Delano visitó Puerto Rico en 1941, y regresó cinco años más tarde para establecerse allí. A mediados de los años 40, el espíritu del New Deal estaba disipándose en los Estados Unidos, mientras la política de Luis Muñoz Marín convertía a Puerto Rico en el último reducto de aquella filosofía político-social. Delano se identificó de inmediato con las posibilidades de ese proyecto transformador y colaboró en el establecimiento de la División de Educación de la Comunidad que intentaba integrar diversas artes audiovisuales (carteles, panfletos ilustrados, fotografías, cine, etc.) en un proyecto de orientación social. En ese proyecto, Delano transfirió su foco principal de actividad al cine, dirigiendo y produciendo muchos de los primeros documentales educativos latinoamericanos. El filme Los peloteros (1951), especialmente, se considera a la altura de la mejor cinematografía que se hacía por entonces en la escuela del realismo italiano. Posteriormente produjo dos filmes de dibujos animados Sabios árboles, mágicos árboles de inspiración ecologista, en los 80, y Los aguinaldos del infante, cuento navideño infantil, en los años 90.

Sus primeras composiciones musicales se dieron en el marco de su trabajo como cineasta. Combinó una sólida formación en la tradición “clásica”, experimentos electroacústicos (que se consideran de los primeros en el mundo), con temas, armonías y ritmos del lenguaje musical del puertorriqueño común, protagonista de sus películas. Tuvo razón la Organización de los Estados Americanos (OEA) al definir a Delano, en su catálogo Composers of the Americas, como compositor puertorriqueño. Su desarrollo como compositor estuvo siempre vinculado al de las instituciones culturales del país: la Orquesta Sinfónica, los Ballets de San Juan, la radio y televisión pública, etc. Su música se caracteriza por integrar un profundo lirismo íntimo con una aguda conciencia social. Es oportuno destacar su Sinfonietta para cuerdas (1984), su Concertino para trompeta (1965), su ballet La bruja de Loíza (1956) sobre los toques de bomba, su cantata sinfónica Burundanga (1992), sobre un poema de Luis Palés Matos, y su Sonata para viola (o clarinete) y piano (1953) que integra a un lenguaje “clásico” los variados troncos históricos de la sonoridad puertorriqueña: la afrobomba, la música campesina y la proletaria plena.

Entre 1955 y 1963, Delano colaboró con el periódico The Island Times como caricaturista. Hasta entonces, las caricaturas de la prensa concentraban elogios o críticas dirigidos a personajes públicos prominentes. Delano contribuyó a la transformación del género, abordando principalmente las venturas y desventuras del ciudadano común. Sus caricaturas presentan con humor toda una serie de preocupaciones en torno a los giros que fue tomando el proyecto modernizador del cual él mismo había sido partícipe, adelantando incluso lo que más tarde llamarían “sensibilidades posmodernas”.

A partir de 1969, cuando se retiró del servicio público, se dedicó a la ilustración y diseño de libros, especialmente para niños y jóvenes. Junto a su esposa Irene, gran artista gráfica, diseñaron e ilustraron el aleccionador cuento Las nuevas ropas del emperador (1971) ubicando su trama en las calles de San Juan. Juntos diseñaron, ilustraron, investigaron y escribieron el libro, En busca del Maestro Rafael Cordero, sobre un tabaquero mulato que organizó una de las primeras escuelas del país, donde impartía gratuitamente la enseñanza a niños de todas las clases sociales. Finalmente, colaboraron con fotos y diseños en los libros del folclorista Teodoro Vidal sobre las artes populares puertorriqueñas, principalmen­te las tallas de santos y las máscaras de vejigantes.

Las mil caras de un pueblo 

En 1990, Delano produjo un libro con sus fotografías de 1946, De San Juan a Ponce en el tren. Sus ideas, pasiones y utopías aparecen transparentes. El tren es visto más que desde su maquinaria y “funciones”, a través de sus trabajadores y pasajeros: los productores y consumidores, binomio relacional central de la filosofía del New Deal. Es significativo que sean imágenes de una familia “moderna” de nuevo cuño, liderada por una mujer trigueña, las que van hilvanando el discurso visual del trayecto y el libro.

Las fotografías de Delano de la década de 1940 permanecieron por años dispersas en diversas publicaciones; entre éstas la más importante fue el libro The People of Puerto Rico (1956) de un grupo de antropólogos entre los cuales figuraban Sidney Mintz y Eric Wolf. A principios de los 80 fotografió lugares y situaciones semejantes, escudriñando los cambios acaecidos en Puerto Rico durante cuarenta años. No sólo lo sorprendieron cambios, sino también continuidades, sobre todo en las maneras de tratarse las personas y en ese aspecto tan simultáneamente íntimo y social como lo son las poses y los gestos.

Este proyecto cristalizó en su libro Puerto Rico mío. Tanto por sus joyas fotográficas como por su manera de relacionar unas con otras, se trata simultáneamente de uno de los grandes libros en la historia del arte de la fotografía y uno de los más profundos análisis visuales de una cultura en cambio social. “Retrata”, como ningún otro, el proceso modernizador, con sus importantes logros, sus ambivalentes rumbos y sus preocupantes desaciertos. Su ojo crítico-constructivo, que anteponía a la denuncia la alegría de su fe en la vida, la cultura y la educación, permea los otros libros que publicó: la recopilación de sus caricaturas Así es la vida (1996), el poema fotográfico de El día que el pueblo se despidió de Muñoz (1987) y, de manera especialmente amena y profunda, su autobiografía Photographic Memories, que salió impreso pocos días antes de morir.

Su arte, en tan variadas facetas enfatiza la dignidad del compartir lo sencillo, dentro del más profundo sentido democrático; pero identificándose enseguida como sujeto de este compartir, tampoco escapa su trabajo a la utopía: expresa lo que quisiera que fuéramos. Su arte –realista, imaginativo y libre– es también, en el mejor de los sentidos, comprometido. Emigrante –como tantos puertorriqueños y latinoamericanos–, entendió cabalmente el carácter dinámico y fundamentalmente relacional del fenómeno nacional. Cuando le preguntaron si se consideraba puertorriqueño, contestó de manera decidida y con firmeza poco antes de morir: “lo seré mientras ustedes así lo quieran”.

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