Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Los que usamos el idioma con alguna destreza sabemos que las palabras se escogen cuidadosamente para afectar de cierto modo al lector. Un recurso muy útil en esta tarea es el uso de eufemismos, palabra con un solo significado en el diccionario de la Real Academia: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. La palabra murió, por ejemplo, se sustituye a menudo pasar a mejor vida, aunque nadie ha vuelto del más allá para confirmar que tal cosa sea cierta. De modo similar, los veterinarios no matan perros enfermos, sino que los ponen a dormir. Algo parecido sucede con la cesión de Puerto Rico.
Ponga oído el lector cuando escuche a un historiador o a un político hablar sobre la cesión de Puerto Rico a los Estados Unidos al final de la Guerra Hispanoamericana. El eufemismo en este caso es casi siempre: Mediante el Tratado de París España cedió la isla de Puerto Rico a los Estados, dando a entender que España cedió, regaló o traspasó voluntariamente la isla a los estadounidenses. Pero la realidad es otra.
Los Estados Unidos invadieron a Puerto Rico el 25 de julio de 1898 y trazaron un plan para apoderarse de la isla. Una columna marcharía hacia el oeste, otra hacia el centro de la isla, otra hacia Aibonito y otra de Guayama a Cayey. Las columnas se encontrarían a las afueras de San Juan para el asalto a la capital. El 12 de agosto, sin embargo, se firmó el armisticio o cese de hostilidades y la batalla por San Juan no sucedió. El 19 de octubre salieron de Puerto Rico los últimos soldados españoles, los Estados Unidos asumieron control total de la isla y establecieron el gobierno militar. El Tratado de París se firmó el 10 de diciembre de 1898, casi dos meses después de establecido el gobierno militar estadounidense en Puerto Rico. ¿Cómo puede entonces cederse lo que se había tomado por la fuerza? España cedió a Puerto Rico como el dueño de un automóvil lo cede al asaltante que a punta de pistola se lo quita. El eufemismo es cesión, la palabra recta y franca es invasión
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