Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Prof. Gladys Josefa Cruz- Cuenta la historia que el caballo es mas viejo que el hombre. Mucho mas. Le precede nada menos que por 50 millones de anos. Su figura ha sido fuente inagotable de inspiración artística. En la escultura, la tapicería, la literatura y la pintura. Las paredes de las cavernas de los habitantes de la Edad de Piedra, adornadas con dibujos de equinos, así lo atestiguan. La mitología griega nos hechiza con el hermoso Pegaso, el caballo alado de Bellerophon y el enigmático Chiron el centauro mitad hombre y mitad caballo. Existieron caballos famosos, reales, como Bucefalo, el de Alejandro el Grande y Cincinati, el de Ulysses S. Grant. Y no podemos dejar de mencionar el del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha. ¿Quien no recuerda a Rocinante?
También en la literatura puertorriqueña el caballo ha sido motivo inspirador, en poesías y cuentos. Don Virgilio Dávila nos lo describe con poética admiración en su soneto El caballo:
De fuertes remos y de duro callo
robusto el cuello que con gracia arquea,
en su gentil figura se recrea
con la arrogancia y majestad de gallo.
Abelardo Diaz Alfaro nos enternece con la figura lastimera de Rucio («Los perros») que con tanto trabajo vence los obstáculos de la vida y se convierte en sírnbolo de superación espiritual para el puertorriqueño. Y en la historia deportiva nuestra nos enorgullece contar con Camarero y su récord internacional. Y para no quedarnos atrás, hasta en la política, desde hace varios anos (la memoria no puede precisar cuantos), para bien o para mal, tenemos un Caballo Blanco que no ha dejado de relinchar.
El caballo, sírnbolo de aristocracia, de conquista y de éxito fue introducido en América por los españoles. Los indios, que no eran nada tontos, rápidamente aprendieron el valor del animal, para la guerra, la caza y la transportación, Y lo usaron.
Fray Iñigo Abbad y Lasierra relata que el habitante de Puerto Rico celebraba las fiestas con corridas de caballos en las que participaban hombres, mujeres y niños. En la capital se celebraban los días de San Juan, San Pedro y San Mateo. Cuenta el historiador que al amanecer de la víspera del día de San Juan la ciudad se llenaba de corredores de la isla que venían a lucir sus caballos adornados ostentosamente. Luego salían en pelotones y daban vueltas por las calles, sin descansar, toda la noche y cuando el caballo se rendía lo cambiaban por otro y … a continuar la corrida. Eran expertos y disfrutaban enormemente la actividad, no así los caballos, que muchas veces morían de cansancio 0 quedaban inservibles. El gobernador también participaba, presidiendo otra carrera, mas organizada, seguido de otros funcionarios.
El puertorriqueño estimaba mucho su caballo. Era el que lo llevaba al baile, a la boda, a la iglesia, al pueblo vecino, al otro extremo de la isla. Era el que, en tristes ocasiones lo llevaba con su mudanza en la carreta, obligado por la necesidad, buscando mejor vida. Era el que, facilitaba la venta de su cosecha o sus productos, cuando pregonaba la mercancía que llevaba en las banastas o en la carreta. Era el que alegraba sus momentos de ocio y complementaba sus fiestas populares o familiares. Tanto así apreciaba el jíbaro a su caballo, que en una copla, un poco festiva, pero creo que muy sincera, afirmaba:
Mi mujer y mi caballo
se murieron a un tiempo
mi mujer, ¡Dios la perdone!
el caballo es lo que siento.
En el año 1849 Manuel A. Alonso publica EI Gibaro, cuadro de costumbres de la Isla de Puerto Rico y dedica la «Escena II», «El Bando de San Pedro», precisamente a las carreras de caballos. Lamentaba que una costumbre tan original, entretenida e importante estuviera en vías de desaparecer. Hacía una exhortación al puertorriqueño para que este evitara su desaparición. También dedica otra escena al baile del Caballo, que era muy popular en Puerto Rico. (Por supuesto, lo bailaba el jíbaro, no el caballo).
En 1849 Don Juan de la Pezuela, gobernador de la Isla, prohibió las carreras, cosa que enfureció al pueblo. Pero cinco años mas tarde, cambió la actitud del gobierno y se restablecieron las carreras de caballos y ademas se trató de fomentar la crianza y buenas razas de estos a través de los concursos y premiación de los mejores ejemplares ya fuera en la forma, la corpulencia, el de mejor estampa y otros aspectos.
En Puerto Rico el caballo sigue siendo importante y aunque hubo una época en que disminuyó el aprecio por este animal, en las décadas del 20 y del 30 hubo un renacer en el gusto por el deporte de la cabalgata. Grupos de jinetes se desplegaban de un pueblo a otro donde eran esperados para festejar y luego regresaban, también en cabalgata.
Nuestro pueblo, que gusta de renacer y disfrutar viejas costumbres ha visto últirnamente el florecer de la jinetería, Aunque desde hace varios años ya venia germinando, es en el ultimo que hemos notado el auge y preferencia por el deporte de las carreras. Nuestra curiosidad nos llevó a la Plaza de Caballos de Paseo de Manolín. Alli nos entrevistamos con Don Manolín y su hijo Eco.
Maguey: ¿Cómo surgió esta plaza?
Don Manolín: Bueno, esto no es nuevo. Ya se hacia en Altosano y mucho antes en Guajataca. Pero como estaban pegadas a la carretera, era peligroso.Hace un año que estamos aquí. Yo agradezco al Sr. Pedro Luis García que me dejara establecer esta plaza en este solar, él es como mi hermano.
Maguey: ¿Que actividades realizan?
Don Manolín: Se venden y compran caballos, se pasea, se come, se bebe y se divierten.
Maguey: ¿CuáIes son las características de un buen caballo?
Don Manolín: Varias cosas: los andares, la cabeza, el rabo …
Maguey: ¿Son caros los caballos?
Don Manolín: Depende, los hay de $1,000 .00, $2,000.00 y hasta de $5,000.00.
Maguey: ¿Qué otra cosa hacen aquí?
Don Manolín: Bueno, hacemos cabalgatas.
Nos señala Eco que resienten el que se les haya eliminado su participación en la actividad de la Novilla de las Fiestas y cree que era parte importante del desfile. Aunque estuvieron dispuestos a organizarse como grupo para participar en forma ordenada, no se les permitió.
Luego seguimos conversando con algunos de los presentes. Don Ramón López, mocano, asiste con su hijo Ramón, de 13 años. El jovencito nos cuenta que tiene una potranca, Princesa. El esta consciente de la importancia de estas actividades ya que dice que «promueve el comercio». También Pedrito. de 8 años, viene a la plaza con su papa Pedro Ortiz. Un asiduo asistente es el Sr. Edwin Vargas, gran conocedor de este deporte. Al inquirir sobre los caballos de la plaza el nos informa que estos son para paseos, deportes y negocio, a diferencia de los de paso fino que tienen pedigree y no están hechos para carreras largas. Dice que disfruta el dar largos paseos por el campo en su caballo.
Esta plaza es visitada por gente de otros pueblos. Allí conocimos al Sr. Longino Dátiz, comerciante de Añasco, Nos comunicó su gran preocupación porque la prensa da mucha importancia a todos los deportes menos al de caballos de paso fino. Y afirma que «si algo es lindo y es nuestro, es el caballo».
La plaza se fue llenando de hombres, dicen que también asisten las damas, pero pocas, y niños. Sus rostros mostraban el regocijo que sentían, ya fuera observando, paseando a caballo o saboreando la carne frita y la cerveza fría en el kiosco de Don Manolfn, No pudimos resistir el oloroso aroma de la carne … y allí nos olvidamos de la dieta.
La Plaza de Caballos de Paseo de Manolín promueve la comunicación, el esparcimiento, el comercio y las actividades que allí se realizan son recuerdos de un grato pasado que podemos disfrutar aún. Les invitamos a que participen también. La cita es los miércoles, después de las cinco de la tarde, frente a la escuela Ernestina Méndez.
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