Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Enrique T. Blanco -En las postrimerías del reinado de don Felipe II, que falleció el 13 de septiembre de 1598, hubo de capitular por primera y única vez el castillo que aún lleva el nombre de aquel monarca, y que defendió la entrada de la bahía de San Juan hasta la última guerra del año 1898. Tres siglos justos y cabales transcurrieron desde que la cruz de San Jorge se enarboló en los topes del castillo, hasta que la bandera de franjas y estrellas sustituyó al pabellón español. (1)
En el paseo que dimos Por el adarve de San Juan, (2) hace ya varios años, vimos que en 1539, se libró un crédito para dar principio a la construcción de un fuerte en el Morro; que en 1554, no era más que un cubo y bastión a la boca del puerto; en 1582, una plataforma con seis piezas medianas de bronce; que en 1584, el Rey Felipe II mandó al Maestre de Campo Juan de Tejeda y al ingeniero Juan Bautista Antonelli (probablemente estuvieron en San Juan entre ese año y el de 1589, en que hay constancia que llegaron a La Habana el 31 de marzo, como lo refiere don Jacobo de la Pezuela en su Historia de la Isla de Cuba), para que transformaran el fuerte del Morro en una ciudadela; que en 1591 ya tenía un revellín terraplenado delante de la puerta y se construía el caballero de Austria; en 1595 había emplazados 27 cañones de bronce muy buenos y 5 en su plataforma, y si algún adelanto hubo en las obras del castillo antes de que se rindiera al Conde de Cumberland, entregado por el Gobernador Antonio de Mosquera, debió consistir en la terminación del baluarte de Tejeda y de la cortina de unión con el de Austria. Y en efecto, así se encontraba el castillo de San Felipe del Morro, cuando las naves de Lord Clifford arribaron a las costas boriqueñas el año 1598.
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