
La representación americana de los puertorriqueños, 1898-1926
Mario R. Cancel– Reseña de la colección de ensayos editada por el Dr.José Anazagasty Rodríguez y el Prof. Mario R. Cancel Sepúlveda en 2008 publicada originalmente en la Revista Icono, Núm. 17, noviembre 2011:58-60.
Este libro es una compilación de cuatro escritos preparados en calidad de ponencia o conferencia en un seminario para docentes universitarios y de las escuelas públicas de Puerto Rico. El seminario fue celebrado en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, entre el 15 de octubre y el 26 de noviembre de 2005, y tuvo por título: “Los americanos y sus ‘textos imaginarios’: La economía de la alegoría maniqueísta y la representación americana de los puertorriqueños, 1898-1926”. Sus dos editores y tres de sus ponentes, salvo la representación femenina, son docentes vinculados a dicho recinto universitario. Los cuatro ponentes incluidos en este texto son: Camille R. Krawiec, Michael González Cruz, Aníbal J. Aponte y José Eduardo Martínez.
El título del seminario hacía referencia a los textos que sobre los puertorriqueños escribieran los estadounidenses poco después de invadir a Puerto Rico a finales de julio de 1898. Se trata de una serie de textos que en el seminario pretendían ser objeto de análisis e interpretación, luego que varios de estos textos fueran publicados ese mismo año por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. Se trata de textos que, al decir de Krawiec, fueron escritos por los agentes coloniales de los Estados Unidos de América en Puerto Rico (p. 13). Eran éstos, Charles H. Allen (1901), Henry K. Carroll (1899), William Dinwiddie (1899), Frederick A. Ober (1899), Albert Gardner Robinson (1899), Rudolph Adams Van Middeldyk (1903), Edward S. Wilson (1905) y Knowlton Mixer (1926). Las cuatro ponencias compiladas nos dan de los textos escritos por los estadounidenses cuatro lecturas alternativas a las de sus propios autores.
Krawiec se interesa por examinar el “performance” colonial y el discurso de los agentes coloniales, uno que según ésta crea una geografía imaginativa entre el lugar y la naturaleza (p. 13). González-Cruz se concentra en examinar el texto de Wilson, titulado Political Development of Porto Rico. Esta obra, según González-Cruz:
“devela cómo Wilson, agente del orden colonial, va construyendo la identidad e imagen ‘del otro’, del sujeto subordinado. Esta lectura nos permite descubrir las contradicciones inherentes en todo discurso y proyecto colonial. Mr. Wilson se considera a sí mismo un amigo de Puerto Rico, un agente de la nación invasora interesado en salvar a los habitantes puertorriqueños de la inmoralidad de ser puertorriqueños” (pp. 39-40).
En el texto de Wilson, Aponte ha de también concentrar el contenido de su ponencia. Para Aponte, resulta en una necesidad el que se ausculte el discurso político de Wilson quien, según él, ve en los puertorriqueños el reflejo de la polis colonial. Aponte considera su obra una de las obras pioneras de lo que eventualmente serían las corrientes pre-conductivistas de la ciencia política. La gran aportación de la obra de Wilson es para Aponte el que se adelantara a estudiar y analizar el desarrollo de lo político desde su proceso. Y ello lo hizo desde el contexto de su aplicabilidad por primera vez al caso de Puerto Rico.
Por último, Martínez nos pretende dar una lectura general del contenido de los textos publicados por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (pp. 103-104). Para él, sus autores pretendían presentarle un panorama geográfico y demográfico de las posesiones recién adquiridas en el Caribe y el pacífico. Martínez considera que sus autores tenían por objetivo el interesar a los estadounidenses en los recursos naturales y humanos de los nuevos territorios adquiridos. Su análisis de los discursos elaborados con tal objetivo se desarrolla a base de o influenciado por conceptos desarrollados por Michel Foucault, mucho más aceptado en la academia puertorriqueña que Frantz Fanon o Albert Memmi.
Esta compilación, debo añadir, es una aportación al conocimiento del contenido de los textos, no una mera interpretación que resulte en nuevos textos o lecturas propias del proceso político dado en el Puerto Rico de finales del Siglo XIX y principios del XX. La lectura que de la obra de Wilson aportan González Cruz y Aponte es una particular, pero sobre todo, sustentada en el texto y el contexto en que ésta es desarrollada. Igual podemos decir del trabajo de Krawiec y Martínez, en cuanto a textos que nos dan una lectura mucho más textos publicados en el 2005 por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.
El enfoque de los ponentes a los autores o agentes coloniales suele ser o pretender ser lo que desde las ciencias sociales y humanas consideramos un análisis del discurso. Ese análisis del discurso, sobre todo en los tres docentes de la Universidad de Puerto Rico, se ve aventajado dado su conocimiento de la historia social, cultural y política de Puerto Rico, o de las lecturas que sobre ésta se ha realizado en la historiografía puertorriqueña. En fin, debo decir que su publicación es sin duda una aportación que merece la pena tomar en cuenta al momento de estudiar o analizar los textos y el período comprendido entre el 1898 y el 1926. Debería ser considerada fuente secundaria fundamental en cuanto a éstos y su época.
Nota curiosa
El 23 de octubre de 1898, después de la invasión americana los miembros del Gabinete Autonómico dirigieron al país el siguiente mensaje:
Puerto Rico ha menester que todos sus hijos se agrupen en torno a la bandera a cuya sombra se devolverán sus progresos y se afirmarán sus libertades. Cedido por España el territorio de la Isla en que nacimos, y sometiéndonos sin reserva de ninguna clase a los hechos consumados, no serviremos de hoy más a una bandería, serviremos a la nueva metrópoli, que nos asegura el bienestar y el derecho, y a la tierra en que radican nuestros afectos y nuestros intereses…
…Por lo que a nosotros toca, aspiraremos a la pura satisfacción de que los Estados Unidos al fijarse en estos dominios suyos, se convenzan de que aquí hay un pueblo sensato, dócil, digno de que hasta él se extiendan las conquistas de la Democracia, que han hecho tan grande a la patria de Franklin y Lincoln. Si aspiramos a fraternizar con nuestros compatriotas del Norte, es necesario que las igualemos en sus altas virtudes cívicas y en sus grandes aptitudes para la lucha y para el triunfo.

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