Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Pablo Marcano -Dicen que quien más sabía sobre a leyenda de la vírgen del cerro de Gurabo era Leoncio. Leoncio, ‘Leoncito’, era un billetero, quien para completar su jornada de trabajo pregonaba por todo el pueblo, con una caja pesada sobre su cabeza, ‘Fuerza, fuerza. Mondongo, mondongo…’. El era quien decía que el primero que la vio -a la virgen- fue Fruto Ayala durante una noche lluviosa.
‘Leoncito’ aseguraba que la lluvia tenía que ver con el deseo de la virgen de volver al mar, del cual una vez había llegado. También contaba que las apariciones de la virgen en Luna llena estaban relacionadas al esparcimiento espiritual que se les permitía a los negros esclavos para tocar tambores, rendir culto a sus ancestros y deidades.
En esas noches iluminadas, los cánticos llegaban hasta el cerro de Gurabo…
Pero entonces, Leoncio Abadía, tan fatigado y oprimido como vivió, murió aplastado por el camión debajo del cual dormía o debajo del cual pretendía olvidar o aliviar su eterno cansancio.
Y cuenta la leyenda que, en noche de luna plena, esta virgen de mantos azules y turquesas, de rostro oscuro y lozano, protectora por tantos años de los habitantes del Cerro, solía aparecerse. Hay hoy día quienes aseguran haber visto nuevamente a la virgen, lo mismo de día que de noche, llueva o no llueva.
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