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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Lenoil Val Cal

Lenoil Val Cal

Luis Jefté Lacourt– El niño, como personaje de historietas, ha sido crucial en la historia de los cómics alrededor del mundo. Si recordamos las obras publicadas en México, Inglaterra y Australia durante la primera mitad del siglo XX, veremos al niño, y al joven, como fuente de humor liviano debido a sus ocurrencias y atrevimientos, los cuales retan las figuras de autoridad familiar. Veremos también que serán seres condenados al adoctrinamiento de las instituciones por los que rigen sobre la sociedad (Iglesia y Estado), como es el caso de Estados Unidos y España.

Pero, sin duda alguna, podemos mencionar la serie estadounidense Peanuts (1950), de Charles M. Schulz, historieta que trabajó al niño como un ser pensante y en la cual, dentro de ese mismo proceso de autorreflexión, se revelarán las infelicidades de una sociedad que proclama ser progresista, las contradicciones de un país que dicta ser justo con sus ciudadanos y las raíces existenciales que hacen, de un adulto, un niño con mayor poder. Que de ahí surgiera en Occidente una “Mafalda” no es sorpresa. Ambas series influyeron tanto que hasta el día de hoy vemos artistas explorando la fórmula del niño atrevido que revela lo peor de la sociedad actual. En Puerto Rico tuvimos un “Torito” (de Enver Azizi para el periódico El Mundo en los 1950), por ejemplo, aunque mayor cantidad de adultos atrevidos que otra cosa.

Pero “Filito” (1974-1989), de Lionel Valentín Calderón, más conocido en el mundo de la historieta, como Lenoil Val Cal, será un niño diferente, sobre todo, puertorriqueño, criado durante los últimos años de la década de los setenta por un núcleo familiar católico de clase media, pero con todos los problemas del ciudadano común a sus costados -problemas económicos, matrimoniales, de la edad y de adicciones, entre otros-. Viste camiseta roja con rayas y pantalones “bell bottom”. Su cabellera es abundante y despeinada. Mediante un constante juego de palabras en sus expresiones orales, encarna el sarcasmo de la generación que crece en una época en la que se desenmascaraban las mentiras de las instituciones que rigen sobre el destino de un país, donde la desconfianza es el aire que se respira y se vive bajo la sombra de las promesas políticas incumplidas. En otras palabras, Filito no será travieso en el sentido cómico o en el estilo de las comedias de situación que le antecedieron, sino en el sentido ideológico: su astucia confronta al lector con el absurdo de la condición humana bajo la corrupta administración gubernamental. Filito será el niño que se atreva a decir lo que nadie comenta pero lo que todos sienten, dejando siempre la pregunta latente: con este presente, ¿qué futuro nos espera?

La entrevista que mantuve con Lionel Valentín Calderón produjo más de lo que estaba esperando. Su trayectoria no está compuesta solamente de una abundante preparación y de interesantes anécdotas, las cuales narra con gran jocosidad, sino que su trabajo tuvo un efecto en sus lectores. “Filito” es una de las tirillas que ha estado a la venta durante más tiempo —contando con quince años de publicación ininterrumpida—, y también la que mayor trascendencia internacional ha generado. Además, es quizás la primera tirilla de periódico en que participa un personaje de raza negra que no se representa de manera estereotipada.

Luis Jefté Lacourt: ¿En qué año nació usted?

Lenoil Val Cal: Aunque la distancia es un poco larga, fue en el siglo pasado, un 8 de agosto de 1946, cuando se conmemoraba el aniversario del temporal San Ciriaco. Mi madre me contaba una anécdota: mi padre, que se encontraba en el Regimiento 65 de Infantería durante la guerra, había venido de pase y, como consecuencia, ella quedó embarazada. Cuando mi padre marchó a Alemania —creo que fue— le dijo que no sabía cuándo volvería. Mi madre, como promesa—antes se acostumbraba a hacerlas— le pidió a Dios que regresara con vida y en pago me ponían de nombre el del Santo del día. Cuando la Cruz Roja le notificó a mi padre mi nacimiento y el día, contestó en un cablegrama: “Que me maten por acá, no mates al muchacho con ese nombre”.

LJL: ¿Cómo se convierte usted en artista?

LVC: No recuerdo, desde que tengo uso de razón, haber querido ser otra cosa. Cuando terminé mi escuela superior y fui a ingresar a la UPR, mi padre quería que fuera abogado. Le dije que prefería ser un buen artista a un mal abogado. No le agradó la idea, mas la aceptó. Creo que me arrepiento de no haberle hecho caso. Pude haber sido ambas cosas y hacerlas bien. […] Me crié prácticamente entre adultos y cuando se supone que estuviera elevando chiringas y bailando trompos ya estaba en la Universidad leyendo a Marx, Hume, Sartre, Descartes, no sé si has escuchado cómo era la vida universitaria en ese entonces, los profesores, sin menosprecio a los de hoy día, eran la crema y nata de la clase artística e intelectual de la sociedad.

LJL: La educación estaba a manos de personas que eran importantes en su campo.

LVC: En todos los campos: Manuel Carrasquillo, Ada Suárez, José Emilio González, Arturo Dávila, Luis Hernández Cruz, John Balossi, Francisco Rodón, José Buscaglia, Carlos Marichal, Osiris Delgado, Jaime Ruiz de la Mata, Luisa Géigel de Gandía, los hermanos García Díaz, Sánchez Hidalgo, Eugenio Belaval, René Marqués, Díaz Valcárcel, en fin, son tantos; y en las velloneras y programas de televisión se escuchaba lo que hoy es la música del ayer.

LJL: Ya para los años de la década de 1960 llegan las grandes influencias artísticas y mediáticas de México en Puerto Rico. ¿Esto tuvo que ver con el hecho de que vivió un tiempo por allá?

LVC: La verdad que nunca me había planteado esta interrogante. Viéndolo hoy desde esta perspectiva me imagino que mi amistad con los muchachos de la DIVEDCO, quienes habían estudiado en México y en las reuniones en el Seda hablaban de ello, influyeron en mi decisión. Aún estaba sanando heridas de mi divorcio, y vi en ello una oportunidad de un nuevo comienzo, no de huir del problema sino un nuevo comienzo. Me crié en mi pueblo natal de Añasco, entre rancheras y corridos. Era la época de México Canta y en los cines corrían películas mexicanas en un 80%, aparte de que la mayoría, por no decir todos, de los paquines que llegaban a la Isla provenían de México. En la contraportada de estos siempre había un anuncio de Continental Schools para aprender a dibujar historietas. No sé, creo esto me mantenía ligado a México. No lo pensé mucho y allá me fui.

LJL: ¿Cómo, finalmente, surge la idea de “Filito” y cómo termina siendo publicada en el periódico El Nuevo Día? ¿Cuáles fueron los artistas que influyeron en la creación de este personaje?

LVC: Estando en México, donde me había trasladado con intenciones de residencia, hice unos bocetos de situaciones sociales vistos Desde mi Pluma, nombre con el cual había bautizado la tira. Mas al destino no le gusta que le dicten pautas y regresé a Puerto Rico con la maleta llena de ideas y entusiasmo. Estaba decidido a probar suerte en este campo y pedí una cita con el entonces director de El Nuevo Día, Carlos Castañeda. Al ver la tira le gustó la idea, pero sugirió que fuera una “ganga de niños”, para darle continuidad, ya que en la tira original no había personajes definidos y por aquello de que “a los niños se le perdona todo”. Rehíce las tiras con los niños, para los cuales utilicé a mi hijo como modelo, por su abultada cabellera y sus ocurrencias, y a mis sobrinos para los otros personajes. A Castañeda le gustaron ya que, según él, serían los Peanuts boricuas. Había llamado a la tira Filo Sofito, mas a Castañeda no le entusiasmaba el nombre. Llamó a Díaz de Villegas y le mostró las tiras y le preguntó: “¿Qué tú crees de llamarlo Salomón?” José Luis asintió pero a mí no me agradó pues los había oído hablar entre ellos de una caricatura cubana del mismo nombre.

Entonces me desempeñaba como profesor de Diseño de Escenografías y Vestuario para la desaparecida Escuela Técnica de Artesanía Escénica -aparte de que había creado el currículo de ambos cursos- y en un almuerzo en el que compartía con los compañeros Rafael Ortiz, Ángel Amaro y Otto Bravo, discutimos el tema y les dije que me gustaría mantener lo de “Filo” por lo de sabiduría y porque vivía yo en el filo mismo de la navaja del tiempo. Otto dijo: “Pues no hay más que hablar, como es un niño, será Filito”. Rafa sentenció que los políticos eran unos enemas y que la hija del senador sería Nemita. Amaro no se quedó callado y como es de descendencia afroamericana indicó que había que crear uno de su misma raza. Días más tarde, el difunto Pedro Juan Viera lo bautizó como Megaterio. Como puedes ver no tuve nada que ver con los nombres.

A Carlos Castañeda le parecieron bien los nombres y me pidió que, sin copiar estilos, los hiciera lo más parecido a Charlie Brown, que para entonces estaba en su momento culminante. Me dio una semana para que hiciera treinta tiras, pues quería ver si podía darle continuidad a la tira y cuando las vio me dijo: “empezamos mañana”. Ya llevaba una semana anunciando la tirilla, y en marzo del 74 salió a la luz Filito, publicándose en la página 2 del diario, dándole, hasta cierto punto, un toque editorial, lo que me obligaba a mantener los personajes dentro del quehacer político, social y económico del país.

Honestamente, no recuerdo artistas del “comic strip” que ejercieran influencia en cuanto al estilo, pero al conocer a Gary Trudeau, el de Doonesbury, y a Jack Gold, del Kentucky Post, cuando Filito resultó finalista en el Certamen Mundial de Humoristas celebrado por el Population Institute de las Naciones Unidas, sí influenciaron en cuanto el enfoque de la tira, aunque luego de la sindicalización hubo que ir cambiando el estilo gradualmente a uno más preciosista.

LJL: Filito siempre anda haciendo alguna actividad física: deporte, carpintería, jardinería, cortando grama, jugando a los juegos de antes -chiringa, vaqueros, avioncitos-. ¿Es esto a propósito? ¿Hay algún mensaje que quiera llevar con eso?

LVC: Como te dije anteriormente, eran las cosas que siempre hubiera deseado hacer y no tuve el tiempo para hacerlas; por otro lado quería motivar a los niños a hacer cosas fuera de las Atari. Si miras la sociedad hoy día te darás cuenta de que viven esclavos del celular, de los gamebox, de las tabletas y laptops, No tengo nada contra ello pero observa el resquebrajamiento social habido en las últimas décadas. Antes una película pornográfica era una película de vaqueros donde el caballo no tenía silla de montar. Hoy miras a Facebook, que está al alcance de los niños y jóvenes, y hay otras cosas. Quisiera que volvieran los niños a estos juegos en los que se hacían los juguetes de manera artesanal, que estimulaban la creatividad y la unidad familiar, hoy el celular y lo demás divide la familia y encierra a cada miembro familiar en un mundo casi exclusivo.

LJL: ¿Cómo fue recibida la tirilla en la comunidad crítica?

LVC: El Dr. Antonio J. Molina, en una de sus críticas sobre el salón de Humorismo, dijo: «Filito, el agridulce muñequito, creación de Lionel Valentín, artista de bien cimentado prestigio, fustiga los males sociales con cinismo certero y contundente». La crítica siempre me favoreció, tanto aquí a nivel local como en el Salón Internacional de la Caricatura que se celebraba en Montreal, Canada, siendo alcalde Jean Drapeau. Allí tuve el honor de que mis participaciones se tradujeran al francés. La muestra presentada en el Salón recogía la obra de más de un millar de artistas a nivel mundial.

LJL: Filito critica mucho al Gobierno del momento. ¿Tuvo algunas, respuestas negativa de parte de funcionarios o del público general? ¿Podría mencionar algún caso si así fue?

LVC: Aquí en Puerto Rico tuve de todo, pero fueron más las respuestas positivas que las negativas: agencias que solicitaban los originales para colocarlos en los Tablones de Edictos, políticos de igual modo. En cierta ocasión me detuvo un agente del orden público en unas inspecciones de rutina, y llevaba unas tiras en el asiento posterior del vehículo, en las que aludía al Capitán Ángel David González y sus tres traslados el mismo día. El oficial me preguntó qué eran los dibujos, le expliqué que era parte de mi trabajo y se las enseñé, me pidió que le enviara copia y así lo hice.

John Klem, el presidente del Editors Press Services me comentó que en Venezuela, Nicaragua y Argentina, por presiones del Gobierno, los periódicos cancelaron la publicación y el reclamo de los lectores obligó a reanudar la publicación. En otras ocasiones me pedían autorizaciones para ilustrar artículos de revistas y libros.

Tuve la suerte de que la tira pegó de inmediato, Nicky Distributors me firmó un contrato a base de regalías para usar la imagen de Filito en camisetas para niños y fueron cientos de miles de camisetas las que hizo. Las fabricaban y estampaban en China.

LJL: ¿Podría abundar sobre las presiones del Gobierno en los países latinoamericanos ? ¿Quiénes presionaron dentro del gobierno para que retiraran la tirilla?

LVC: Como te mencioné, me lo dijo John Klem y en aquel entonces no le presté mucha atención, pero me imagino que presionaron las mismas clases que presionaban en Puerto Rico. No recuerdo si te conté esto: además de Filito, bajo el nombre de ValCal, hice Guanabaná, para El Mundo, una tira que se desarrollaba en los tiempos de la colonización indígena, en cuyo escenario los colonizadores eran caricaturas de los políticos del momento y el encargado de traer el cristianismo al nuevo mundo era el Cardenal Aponte Martínez. Se debatía el papel de la Iglesia en el tema del Control de la Natalidad. Aponte Martínez había manifestado que el único método aceptado por la Iglesia era el Ritmo. Hice una tira donde se veía en silueta allá en el bohío la esposa de Guanabaná y al cacique hablando con el bohíque, quien estaba tocando el mayohuacán y Guanabaná le decía: “Esta noche quiero que toques con mucho ritmo”. Demás está decirte que fue la última tira que se publicó. Luis Villares me indicó que presiones ejercidas por el Cardenal les obligaban a cancelar el contrato.

LJL: ¿Le ayudó a usted de alguna manera el que en otros países la tirilla fuese aceptada? ¿Viajó para allá, publicó por allá?

LVC: Económicamente sí me ayudó, recibía el 50% de lo que pagaran los diarios. Recuerdo que viajé a Colombia, Venezuela, República Dominicana y México. Fuera de las publicaciones que hacía el sindicato no podía, por el contrato, hacer negociaciones de índole alguna fuera de Puerto Rico. Recibía el dinero y nunca cuestionaba el concepto del mismo.

LJL: Usted es el primer puertorriqueño que entrevisto que tuvo la dicha de trabajar para un sindicato extranjero de distribución de historietas. ¿Cómo fue su experiencia? ¿El sindicato distribuía a los países latinoamericanos que usted mencionó solamente o llegó a distribuir a los Estados Unidos?

LVC: Ya puedes imaginarte. Era un orgullo para mí y tanto Klem padre como Klem Jr. me brindaron siempre su apoyo e incluso hasta se tomaban la libertad de sugerir temas para la tirilla, sobre todo para la dominical, ya que ésta era distribuida por ellos en exclusividad, pues fue a iniciativa de ellos que se comenzó a hacer. Aquí en Puerto Rico no recuerdo que se publicara la dominical. La experiencia con esta página dominical me fue de gran ayuda pues tenía que enviarles la separación de colores, lo que aprendí a hacer con ellos. Me proveyeron un cartel con todos los colores que se podían usar y las mezclas para conseguirlos. Se le ponía un acetato a la página y se iba marcando el color del área. En cuanto a los países el Editors Press Services vendía a Spanish Speaking Market, es decir mercado de habla hispana. Sé que hubo diarios en Texas y New York.

LJL: ¿Cómo describe su experiencia trabajando para el periódico? ¿Pagaba bien?

LCV: Puedo decirte sin ambages que ha sido una de las experiencias más gratas de mi vida. Todos en el diario pusieron un granito de arena en el proyecto —así se me antoja llamarlo. Díaz de Villegas, Castañeda, López Rosa, Carlos López, Arroyito, Luis Berríos, Manuel Agromayor, fueron parte integral del desarrollo de los personajes. Arroyito siempre daba en el clavo en sus consejos.

Recuerdo cuando Romero Barceló ganó las elecciones. Como la tira había estado criticando fuertemente la administración de Hernández Colón, casi sin atreverme fui donde Castañeda y le pregunté cuál iba a ser el rol de Filito en relación a la nueva administración ya que mi conciencia no estaba en venta. Se reclinó en su butaca, aspiró una bocanada de humo de su cigarro y, fijando sus ojos de gato en mí, me dijo: “Ya que lo traes a colación tengo que decirte algo, vas a tener que ser más fuerte con estos que entran ahora, vas a seguir haciendo exactamente lo mismo que has hecho hasta hoy”.

Le indiqué que tendría que hacer dos tiras, una para el diario y otra para el sindicato pues los temas no eran los mismos en Latinoamérica, y me dijo que sólo cambiarían los vocablos, lo demás era lo mismo, y que dejara que el Editors Press se encargara de ello. Así fue.

En cuanto a la paga, el primer año no era apropiado —claro que lo que es un salario apropiado depende de si uno lo va a pagar o lo va a cobrar— pero entre lo de Nicky, el Sindicato y el diario era más que suficiente. Estaba bien remunerado.

LJL: ¿Por qué decidió publicar el paquín Filito At Large a finales de los 70? ¿Cuántas tirillas de las que publicó en El Nuevo Día recopila esta antología? ¿Cuántas copias imprimió? ¿En dónde se vendió?

LVC: La idea no fue mía, fue de Sotero Rivera Avilés, el difunto poeta que me honró con su amistad. De hecho, el prólogo fue escrito por él. Creo que es el único cómic que tiene un prólogo. Constaba de 150 de las 6150 tiras que hice entre la diaria y la página dominical. Se imprimieron mil ejemplares y se vendieron todos. La distribución estuvo a cargo de alguien en Mayagüez cuyo nombre no recuerdo—entiende que la distancia es un poco larga. Recuerdo que estaba en la calle Nenadich.

LJL: ¿La cifra de 6150 tiras es solo de las que se publicaron en el periódico El Nuevo Día (a diario y dominicales) o incluye las distribuidas en Latinoamérica?

LVC: Es el total de tirillas dominicales y diarias que hice. Algunas no se publicaron por discreción editorial, pero muy pocas.

LJL: ¿En qué año se deja de publicar Filito en Latinoamérica y en Puerto Rico, respectivamente?

LVC: Si la memoria no me falla, fue en 1988 o 1989, estaba por cumplirse quince años de su publicación ininterrumpida. Primero fue en Puerto Rico y tres meses después notifiqué al sindicato mi deseo de no continuar con las tirillas. Aparte de Filito para el sindicato, era Ghost Artist para la edición latinoamericana de Tom y Jerry.

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