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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Leyenda de Diego Salcedo

Diego Salcedo

En los comienzos de la conquista de Puerto Rico, los españoles esclavizaron a los habitantes de la isla. Los tainos creían que los españoles eran inmortales y por eso toleraron sus atropellos.
El cacique Urayoán se molestó mucho por los abusos a los que eran sometidos. Para ver si era cierto que los españoles no morían, dio instrucciones a sus hombres de que trataran de ahogar a un español.
La oportunidad de cumplir con la orden del cacique se les presentó a los indios cuando un joven español, llamado Diego Salcedo, les permitió que lo pasaran en hombros al otro lado del río Guaorabo (Añasco), para no mojarse la ropa. Los indios lo cargaron, mas cuando llegaron en medio del río lo dejaron caer y lo mantuvieron debajo del agua. Después lo sacaron a la orilla y lo velaron por varios días. El español estaba realmente muerto.
Una vez corroboraron su muerte, los taínos también corroboraron la no divinidad de los demás españoles. Enterados los caciques de la isla, deciden declararles la guerra.
La Historia
La historia nos narra que para principios del año 1511, los aborígenes indios taínos, comenzaron a sublevarse por el maltrato y abuso que recibían de parte de los españoles colonizadores.
Esta situación esclavizante, hizo que el Cacique Agüeybaná, Cacique Supremo de los indios de Boriquén, reuniera en asamblea a todos los caciques que componían el Consejo Supremo de Boriquén, para planificar la revuelta indígena y la muerte de cada uno de los españoles. Los caciques reunidos en esta asamblea, resistieron el dictamen de Agüeybaná basado en la opinión común que había entre ellos, de que los españoles eran inmortales, dioses venidos de otro mundo.
Argumentaron que la orden de Agüeybaná era temeraria y que no podia tener éxito. Por lo tanto, decidieron, hacer algo con lo cual pudieran comprobar si los españoles eran mortales. Entre, los allí reunidos se encontraba Urayoán, El Viejo, Cacique del Yucayeque de Yagueca (región de Añasco y Mayagüez), que servía como consejero de Agüeybaná por su liderazgo, valentía y experiencia. Al Cacique Urayoán, le tocó urdir un plan para que al primer español que transitara por sus tierras se le quitase la vida.
La región del Yagueka para esa fecha de 1511, era la más poblada de españoles por ser pueblo y puerto comercial en donde se originaban todas las actividades y decisiones de los españoles. Como los españoles andaban confiados por toda la isla, se le presentó la ocasión al Cacique Urayoán de ejecutar su plan y cumplir el encargo del Consejo Supremo. Un soldado español, don Diego Salcedo, que visitaba el yucayeque (poblado) del Cacique Urayoán, fue invitado a quedarse en el poblado hasta el otro dia. Fue hospedado en la casa del Cacique Urayoán, con hospitalidad y obsequios. Al otro día, luego de despedirlo, cuando el español se disponía a seguir su camino, Urayoán lo hizo acompañar de algunos de sus indios. Estos, bien instruidos de lo que debían hacer con él (Salcedo), cuando llegaran al vado del Rio Guaorabo (Rio Grande de Añasco), le ofrecieron pasarlo sobre sus hombros. Aquel, inocentemente accedió. Cuando lo tuvieron en la mitad del rio, lo sumergieron bajo el agua, hasta que dejó de dar señales de vida.
Luego, lo sacaron a la orilla y dudando todavía de si estaba vivo, le comenzaron a hablar, pidiéndole perdón. Consumado el hecho y comprobada la mortalidad del español, avisaron a Urayoán y más tarde a Agüeybaná. Entre llantos, cantos y bailes estuvieron por tres días festejándola muerte de Salcedo. Durante tres días, indios y caciques de otras regiones acudían a comprobar la mortalidad del español y desengañarse de sus creencias. Por el hedor del cuerpo descompuesto se convencieron de que los españoles eran tan mortales como ellos. Ejecutada la muerte del soldado español don Diego Salcedo, se volvió a convocar a todos los caciques del Consejo Supremo de Boriquén.
En vista de la muerte dada a Diego Salcedo, asintieron a la sublevación general indígena para darles muerte a los españoles y acabar con toda la opresión, el saqueo de sus riquezas y el exterminio de la población indígena. La rebelión indígena comenzó días mas tarde contra los poblados españoles establecidos y dispersos en la región de lo que hoy conocemos como Añasco. En esta síntesis he querido presentar la historia de la frase que ha caracterizado a nuestro querido pueblo de Añasco a través de los años: «Añasco, ciudad donde los dioses murieron»

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