Lionel Valentín
Publicación autorizada por Lionel Valentín Calderón, artista, escritor y Siervo del Señor.
Periodista, cuentista, historiador, biógrafo, ensayista y novelista. Luís Tulio Bonafoux y Quintero nació en Saint Lubetz, Francia, el 19 de junio de 1855 y muere en Londres, el 28 de octubre de 1918.
Aunque nacido en Francia, a Luís Tulio Bonafoux se le es considerado puertorriqueño, debido a su condición de haber crecido y haber sido educado en Puerto Rico y nunca perdió el afecto por las cosas que eran de interés para la isla. De padre francés-puertorriqueño y madre venezolana, adquiere la visión europea y latinoamericana. Con una múltiple educación elemental, estudió en la Guayana francesa y en Puerto Rico, en el Seminario Conciliar de los Padres Jesuitas en San Juan. Los estudios universitarios los empezó en Salamanca, se inclinó por los estudios de Medicina, estos los abandonó y se trasladó a Madrid donde se graduó de abogado en mayo de 1879. Durante su estancia en Salamanca, empieza a publicar en El Eco de Tormes bajo el seudónimo, que más adelante sería famoso, de “Aramís”. También publica un primer ensayo de novela titulado El asesinato de Víctor Noir (1877).
Volvió a Puerto Rico, para trabajar como Registrador de la propiedad, pero fue por poco tiempo, ya que en marzo de 1879, había publicado un artículo titulado “El carnaval de las Antillas” en el periódico La Unión, en el cual censuraba determinadas costumbres populares de Puerto Rico y en contra de algunos de sus literatos. Al regresar a la isla, encontró una respuesta muy negativa, la casa en donde se hospedaba fue apedreada y durante cuatro días la ciudad de San Juan tuvo una conmoción popular. Bonafoux salió de la ciudad escoltado por la policía para evitar que fuese lapidado. Embarcó para Inglaterra, de allí pasó a París y después a España donde se dedicó al periodismo. En Madrid empezó a colaborar en diversos periódicos: El Solfeo, La Unión, El Mundo Moderno, Heraldo de Madrid y El Liberal. Dedicado al periodismo de pleno, su pluma fue sumamente solicitada por su éxito como cronista desenfadado, polemista y batallador. Su nombre era elogiado pero combatido y temido. El público le echaba de menos el día que no publicaba un artículo en El Liberal o en El Heraldo de Madrid, ya que su humor irónico a veces y agrio otras, tenía multitud de admiradores. Fundó los semanarios El Español y El Intransigente; fue redactor de El Globo, El Resumen, Gil Blas, El Satiricón y otros.
En Madrid residiría en los siguientes años dedicándose al periodismo y a la literatura, compilando sus mejores artículos periodísticos y siendo traducidos estos a diversos idiomas. Se mudó después a París siendo corresponsal de las publicaciones El Liberal, Heraldo de Madrid y La Correspondencia de Puerto Rico, en 1898 funda el periódico La Campaña. El comienzo de la Primera Guerra Mundial le sorprende en Paris, su amistad con Emilio Zola y una serie de artículos a favor del caso Dreyfus le hicieron ganar el adjetivo de “hostil” por parte del presidente de la republica y le obliga a autoexiliarse a Londres, lugar donde muere en 1918.
Luís Bonafoux fundó los siguientes periódicos: “El Español” Madrid, 1882-1887; “El Intransigente”, Madrid, 1892; “La Campaña” París, 1898; “El Heraldo de París”, 1898 y “El Internacional” Paris, Valoración. Luís Bonafoux y Quintero perpetró una amplia y laboriosa obra periodística, de ensayo y literaria. En sus primeros años se interesó por los géneros narrativos, su primera novela El asesinato de Víctor Noir (1877), es de escaso valor literario, quizás por su juventud. Su segunda novela, El avispero (1892), es un azote a la ciudad de Majagua, quizás la ciudad de Mayagüez, por el trato recibido por su artículo de 1879. Su admiración por la narrativa francesa especialmente por Emilio Zola, lo lleva al cultivo de la narración naturalista en su tercera novela Esbozos novelescos (1894), narraciones con fuerte influencia del ambiente puertorriqueño, entre ellas “Don Cholo Picapica, diputado” y “El capitalista”. Es de mencionar que El avispero está incluida en esta obra.
Los mayores méritos de Bonafoux son los artículos periodísticos que a lo largo de su vida escribió, una obra copiosa en torno a los más variados acontecimientos y situaciones. Sus artículos y crónicas, son generalmente una crítica punzante e implacable, que rayaba muchas veces en lo personal. Muchos de los escritos fueron firmados por el seudónimo de Aramís o Luis de Madrid, algunos de los artículos le acarrearon procesos, disgustos y enfados con otros compañeros escritores. Poseedor de una amplia cultura, satirizó con originalidad y fuerza a la sociedad española y sus costumbres, a las instituciones públicas y políticas e incluso a la Iglesia Católica. Estos escritos están recogidos a lo largo de una extensa bibliografía: Ultramarinos (1882), Literatura de Bonafoux (1887), Mosquetazos de Aramís (1887), Tiquis-Miquis: Yo y el plagiario Clarín (1888), Coba (1888) Huellas literarias (1894), París al día (1900), Risas y lágrimas (1900), Paños calientes (1905), Siluetas episcopales (1907), Bombos y palos (1907), Bilis (1908), Casi críticas. Rasguños (1910), De mi vida y milagros (1910), Clericanallas (1906), Príncipes y majestades (1912), Los españoles en París (1912), Francesas y franceses (1913). En estas obras hace crítica literaria polémica en la cual salen mal parados ciertos escritores españoles peninsulares, el más famoso de todos es Leopoldo Alas, pero otros solo encuentran elogios tal es el caso de Benito Pérez Galdós, Rubén Darío o Emilio Zola.
El estilo prosista de Luís Bonafoux y Quintero es de estilo vigoroso, directo y hábil, de palabra ágil y breve, con pinceladas pintorescas que no eluden las expresiones de las distintas clases sociales, cuando es necesario para dar una comunicación precisa y elocuente. Rehuye el lenguaje retórico y complicado que no tiene significado, en contra busca la simplicidad y la espontaneidad. En el comienzo de su obra escrita se puede observar una fuerte influencia romántica que gradualmente va cambiando hacia matices modernistas en sus años maduros. La influencia que tuvo de Emilio Zola aportó el naturalismo a sus escritos, el pintar no solo lo cotidiano sino lo feo de la realidad es una condición que perdurará hasta el final de sus días.
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