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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Margarita Castro Alberty

Margarita Castro Alberty

Laura Castro- Nunca pensé que escribir la semblanza de Margarita Castro Alberty me iba a resultar una tarea tan difícil, Es tanto lo que hay que decir sobre su trayectoria artística y su calidad humana que el tiempo disponible para dirigirme a ustedes no iba a ser suficiente. Y también resultó difícil porque mi relación con ella no iba a permitirme la objetividad que un trabajo así requiere.
Cumpliendo con el compromiso contraído decidí limitarme a pincelar brevemente la carrera artística de Margarita y a aprovechar la ocasión para hablarles de Margie, es decir, sobre ese extraordinario ser humano que ha hecho posible el surgimiento de Margarita Castro Alberty, la gran diva pepiniana, puertorriqueña, catalogada por los grandes críticos entre las diez mejores sopranos del mundo.
La carrera artística de Margarita comienza a definirse en 1975, cuando participa y triunfa en las audiciones que celebra el Metropolitan Opera House en San Juan, que la lleva a competir a Nueva Orleans y luego a Nueva York. El triunfo alcanzado en estas competencias le permitió realizar estudios de canto en la prestigiosa escuela Julliard en Nueva York. Culmina sus estudios en esta escuela con la representación de su primera opera Madame Butterfly, impresionando a los espectadores y críticos con el volumen poderoso, la belleza tonal y la emotividad de su voz. En 1978 hace su debut internacional en Chile, interpretando la Amelia de “Simon Bocanegra”. En 1979 representa “Aida” y en ese mismo año hace su debut en Europa, en el Teatro Real de Madrid.
Uno de los momentos artísticos de mayor relevancia en la carrera de Margarita fue en 1982 cuando debuta en el Metropolitan Opera House. Llegar al Met es la aspiración máxima de un cantante y Margarita llega al Met electrificando al público y obteniendo impresionantes críticas de la prensa norte americana e internacional. No obstante, es en Europa donde mayormente se ha desarrollado su carrera, presentándose en las más prestigiosas salas de opera y, particularmente, en Francia, donde se le reconoce y se le idolatra por el pueblo francés a quien llega a través de la radio y televisión.
Margarita ha recibido numerosos premios tales como los de la Fundación Rockefeller, la Baltimore Opera Guild y el Gran Premia de Opera Internacional de París.
Hasta aquí, a grandes rasgos hemos mencionado algunos datos sobre la vida artística de Margarita. Pero sobre Margie, hay que hablar desde otra perspectiva, comenzando por decirles que es producto de un gran arnor, de esos amores que trascienden y permanecen mas allá de esta vida. Hija de don Pedro Castro y dona Clara Doris Alberty, dos educadores pepinianos. Hoy no están físicamente con nosotros pero sabemos que tío desde el cielo y tía desde París se sienten muy orgullosos de esa hija que bautizaron con el nombre de Delia Margarita aunque la llamamos Margie, el nombre de la canción de don Pedro Flores que a tío le gustaba tanto cantar en las serenatas a Titi Tary. Y Margie canta desde que nació un 18 de octubre, no voy a decir el año porque me incrimino. Hizo su debut en la graduación de primer grado y cantaba en todas las fiestas, esas canciones románticas que escuchaba y aprendía de sus papas. En la graduación de noveno grado dejó asombrado a todo el mundo cuando interpretó “Torna Sorrento”; y para dolor de cabeza de las maestras, dona Edna Perez, Sarita Mendez y Mrs. Ellis, participa en el Coro de la Escuela. De esta etapa quedan muchas cosas en el tintero que dejaré para cuando escriba la “Biografía no autorizada de Margarita Castro”.
Margie es soñadora. Cuando niñas nos subíamos a la azotea de la casa por las noches y comenzábamos a hacer nuestros “castillos en el aire’. Pero sólo los que se atreven a construir castillos en el aire son los llamados a vivir en ellos.
Desde pequeña me impresionaron unos versos del poeta nicaragüense Rubén Darío. Son aquellos que dicen:

Margarita, esta linda la mar, y el viento,
lleva esencia sutil de azahar: tu acento,
Margarita, te voy a contar un cuento.

Y nos habla el poema de una princesa que quiso coger una estrella. ¿La conocen?

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

Siempre he sentido que esa poesía es para Margie. Margie fue en pos de su estrella, de esa “flor de luz”. Con muchos sacrificios materiales, espirituales y emocionales. Significó mucho estudio, mucho trabajo, muchas limitaciones y mucho dolor, no empece a las satisfacciones recibidas. ¿Qué tal enfermarnos en un país extraño, con un idioma desconocido, sin un familiar o amigo que nos de consuelo? ¿Que tal es vivir alejada de la familia y no poder compartir los momentos mas significativos ya sean de felicidad o de dolor? Enfrentarse a los escollos y las envidias del ambiente artístico no es empresa fácil. Pero Margie viene de casta de luchadores y perseverantes, y sabe, que aunque de lejos, el amor de sus familiares y amigos le llega en vibraciones de luz que le protegen.
La vida le tiene guardado un premio. En 1982, en una de sus presentaciones en Francia conoce a Marc, el príncipe aquel de su castillo. (Lo único Margie, si mal no recuerdo, aquellos príncipes tenían ojos verdes) Para no parecer cursi no voy a hablar de flechazo y utilizaré una frase magueyana más moderna: “la empatía fue instantánea” o “la química funcionó”.
Marc Jean Bernard, profesor universitario parisino, virtuoso de la guitarra supo aquilatar las virtudes y cualidades que hacen de Margie un ser humano especial: su dulzura, su capacidad de amar, su sensibilidad, su alegría, su sentido del humor y su carácter moldeado por los valores espirituales y humanos característicos de la mujer puertorriqueña.
Desde entonces, Marc ha sido su compañero de la vida, enriqueciéndose su matrimonio con la llegada de Thais, una chiquilla inteligente , preciosa, dulce y sensible, una niña encantadora que nos hechiza y nos asombra.
De esta manera, con Marc y Thais, Margarita-Margie logra lo que pocas personas alcanzan: la armonía en su realización personal y artística.
Margie alcanzó su estrella. Esa “Flor de luz” que irradia gloria para este pueblo que la vio nacer , crecer y jugar. De este pueblo que ha seguido muy de cerca la estela luminosa de su carrera. De este pueblo que ha venido esta noche a testimoniarle su afecto y su admiración, uniéndose al homenaje que hoy, la Casa Pepiniana de la Cultura, junto al Centro Cultural Luis Rodríguez Cabrero le ofrecen haciéndole entrega de la Orden Angel Mislán. Este pueblo, Margie, en este momento te ofrece sus respetos, admiración y cariño con este aplauso. ¡Que Dios te bendiga!
Otras notas
Delia Margarita Castro Alberty nació en San Sebastián. Su carrera, exitosa por demás se ha fundamentado en el arduo y fatigoso entrenamiento musical. Inició sus estudios en el Conservatorio de Música de Puerto Rico en San Juan, Puerto Rico. Su interés en la Pintura, cuyo estudio había comenzado en la Universidad de Puerto Rico en la década del 60, le llevan a Roma. Fue allí donde audicionó para el Conservatorio de Santa Cecilia siendo aclamada como “una voce di prima donna”.
Castro-Alberty regresó a su querido Puerto Rico y más tarde audiciona para el Metropolitan Opera House demostrando un talento excepcional con su voz de exquisitos matices. Siendo seleccionada y aceptada a la prestigiosa compañía operática, continúa sus estudios y entrenamiento en la Julliard School of New York.
Con el respaldo y guía de sus mentores, Peter Hermann Adler y Daniel Ferro, Castro-Alberty llamó la atención mundial al resultar la ganadora de las competencias auspiciadas por la Fundación Rockfeller, el Baltimore Opera Guild , el Chicago Opera Guild, el Metropolitan Opera Guild y el French Grand prix d ‘opera international, todo ello cuando aún era una aprendiz de estudiante.
Margarita “Margie”Castro-Alberty hizo su debut profesional en 1978 en la opera Simon Bocanagra en Santiago, Chile. Le siguió su rol de Ballo en la opera Mashera, también en Santiago. Al año siguiente interpretó el rol de Nedda en Il Pagliacci al lado del ya internacionalmente conocido tenor español, Placido Domingo.
Sus roles primaverales, tales como Amelia du Ballo in Maschera y Madame Butterfly, fueron ampliamente aclamados. La más rigurosa crítica la colmó de elogios como lo hizo Harold Schoenberg en el New York Times cuando la proclamó “la pequeña y joven Milanov”, mientras otros la comparaban con la inmortal Maria Callas. De igual manera, en Opera News, Robert Jacobson resaltab “su incomparable colorido musical y sus perfectos matices vocales en especial los agudos”. En 1980 interpretó el difícil papel de Lucrezia en I Due Foscari de Verdi en el Teatro Colón en Buenos Aires, luego regresó a Chile para interpretar elAïda de Verdi y más tarde Donna Anna en Don Giovanni de Mozart.
Era el momento de conquistar Europa, lográndolo con una inigualable interpretación en Vida Brava de Manuel de Falla, luego regresa al papel de Donna Anna en Lyon, Francia. Ya para su segunda presentación en Francia interpretando Manon Lescaut de Puccini, había impresionado favorablemete a la crítica a través de todo el continente. Con cada presentación en Paris, Bilbao, el Este y Oeste de Alemania, probaba y comprobaba su extraordinario talento.
Iguales de exitosas fueron sus presentaciones en los Estados Unidos donde la crítica aclamó su presentación en el Carnegie Hall y sus presentaciones más tarde en 1982 en el Metropolitan Opera de Nueva York.
De sus grabaciones podemos mencionar Bachianas Brasileiras, el Fidelio de Beethoven, con la dirección de Bruno Walter, Cantata Antillana de Jack Delano, con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y la Coral Filarmónica de San Juan. Esta grabación incluye también “La canción de las Antillas” del compositor puertorriqueño Raymond Torres Santos, donde comparte honores con Cesar Hernández y Justino Díaz. Otra de sus grabaciones lo es las Canciones para Voz y Piano de JoaquÍn Rodrigo, en la que sobresale la canción Adela.
Con el mundo a sus pies pudo darse el lujo de seleccionar y aceptar sólo aquellos papeles en los que su preciosa voz sobresalía y así rindió los mejores honores a Verdi, Donizetti y Puccini. Consciente de sus raíces y herencia cultural; dio a conocer las ricas melodías del repertorio español. Su potente y bien mesurada voz le hicieron la intérprete de Tosca, Turandot and Liù.

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