
Pedro Albizu Campos y el Unionismo (1923)
Mario R. Cancel Sepúlveda -Importante acto político: Declaración Política del Lcdo. Albizu Campos. Recientemente llevóse a efecto en la ciudad de Ponce una reunión política donde se hallaban presentes los líderes de la Unión y prestigiosas personas del partido de la mayoría. Entre los concurrentes a dicha reunión estaban los Sres. Guillermo Schuck, Vicente Usera, Guillermo Vives Valdivieso, Sr. Ohms, Mr. McJones, Lcdo. Brunet y otros significados elementos dentro del partido.
Ante una inmensa concurrencia, en la que tenían representación el capital, la inteligencia y el trabajo, el culto joven abogado Pedro Albizu Campos, licenciado en filosofía y letras, licenciado en derecho de la Universidad de Harvard, Massachusetts, después de haber estudiado con gran detención las actuaciones de los partidos en el país, determinó hacer su ingreso formal en las filas del partido Unión de Puerto-Rico. El Sr. Cordero Matos, significado político de Ponce, hizo la presentación del Lcdo. Albizu Campos, quien empezó su discurso que más bien pudiera ser considerado como conferencia ateneísta, y cuyos puntos más salientes fueron más o menos como a continuación sigue:
“Afirmó el Sr. Albizu Campos en forma reposada y con absoluto dominio de la materia que iba a tratar, que fue conocido nacionalista en Estados Unidos en donde celebró varias conferencias sobre las pequeñas nacionalidades y el imperialismo de los grandes poderes. Que el partido republicano puertorriqueño se agitaría siempre dentro de una minoría, por ser un partido centralista y querer recibir su poder Ejecutivo de Washington sin apoyarse en el regionalismo que tan necesario es para fundar un “estado” de la federación.
Al llegar a este punto, el orador hizo distinguir con habilidad, elocuencia y claridad, la confederación de la federación, explicando que confederación no es otra cosa que verdaderos estados soberanos ligados casi siempre solo para la defensa contra extraños y pone como ejemplo los Estados Unidos antes de la Constitución vigente, y federación es el estado en la unidad central. Que los llamados estados carecen de soberanía; el soberano es Estados Unidos, y no ningún estado por sí o en agregado con los demás, cosa que no podría hacer aunque lo pretendiese y pone de ejemplo Estados Unidos. El orador explica las consecuencias diciendo, que la federación exige, como unidad que es, homogeneidad en sus partes integrantes y por eso no se ha admitido a la federación a ninguna comunidad, en la cual no haya estado gobernando el elemento anglo-sajón o anglo-celta que han dado forma a la nación, y a menos que la ascendencia de dichos elementos no haya sido probable. Que la ascendencia de dichos grupos entre nosotros es imposible por la densidad de nuestra población y por poseer Puerto Rico una civilización más antigua que Estados Unidos. Dijo el orador que era esa la tradición de aquel pueblo y la base de su expansión y que no podía pedírsele que trastrocase el fundamento de su existencia; que para Puerto Rico sería como ha sido para cada “estado”, la extinción de su personalidad, entendiéndose por ésta, lo distintivo en un pueblo en la comunidad de estados soberanos en el mundo.
El joven letrado disertó luego acerca del ciudadano en su aspecto confederativo y dijo que, siendo cada estado soberano de hecho y de derecho, es el único soberano sobre sus ciudadanos y que siendo la federación el único soberano, es el soberano de cada ciudadano, y por supuesto, lo ordena de acuerdo con su interpretación de las necesidades del soberano; y puede movilizar a los ciudadanos dentro de cada “estado”, para destruir a éste si lo creyese necesario a la única soberanía poniendo como ejemplo la guerra civil en Estados Unidos desde 1861-65.
Refiriéndose al partido socialista, el joven orador dijo, que dicho partido sólo se contrae a un programa económico, siéndole indiferente la personalidad de Puerto Rico, tan necesario para el desarrollo de cualquier programa económico que quiera llevarse a la práctica. Que tal partido postula la lucha de clases, dividiendo a nuestro pueblo que requiere para su salvación un esfuerzo conjunto. Hizo así mismo alusión al naciente Partido Nacionalista de Puerto Rico y dijo que lastimosamente divide las fuerzas regionales. Habló también sobre el Bill Jones llamándole el mito de los derechos en él contenidos y afirmó categóricamente y dentro de una lógica irrebatible, que el derecho es derecho, cuando su sanción “última” está en la comunidad que lo ejerce. El Bill Jones, dijo el orador a la concurrencia, ha alargado el procedimiento en la aprobación de las leyes; pero su fondo es idéntico al del Bill Foraker. Toda la Legislación, por más beneficiosa que sea al país tropieza finalmente con el “veto absoluto” del Presidente de Estados Unidos. Los agentes del ejecutivo de la Nación en Puerto Rico, que sean incapacitados, dejan ver fácilmente esa verdad y por eso no son tan perjudiciales como un agente culto e inteligente, que puede disimular la verdadera fuente del poder, y de aquí la imperiosa necesidad de laborar a fin de que Puerto Rico tenga, dentro del derecho que le asiste, un gobierno responsable a él nada más y elegido por él y que la sanción última de todas sus leyes esté en nuestro pueblo: y de aquí que no sea la remoción de un agente del poder ejecutivo de Estados Unidos y de la política que por su instrucción desarrolla, porque eso sería dejar los derechos sagrados de nuestro pueblo a merced de individuos en la Presidencia: lo importante está en luchar tesoneramente con fe y patriotismo por la derogación de la Carta Orgánica vigente, sustituyéndola por una Constitución que establezca un gobierno responsable solo a nuestro pueblo. Por último, el joven orador aconsejó la necesidad de abandonar, de desterrar la mala costumbre de la súplica y petición; que Puerto Rico debe exigir lo quende derecho le correspóndase pertenece y entonces y sólo entonces, merecerá el respeto y la admiración de los pueblos que han luchado por perfeccionar su personalidad, como ha hecho el mismo pueblo de Estados Unidos.”
Publicado en El mundo, 31 de enero de 1923, pág. 10
Comentario
El acto en que Pedro Albizu Campos se integra a la política activa nacional, informa al lector sobre sus percepciones ideológicas en 1923. El hecho de decida militar en el Partido Unión y no en el Partido Nacionalista, deja claro que el discurso de Coll y Cuchí no lo convenció. La explicación más precisa de la decisión ha sido que Albizu Campos decidió integrarse a la organización que más opciones tenía para completar el proyecto de Independencia. Pero la misma no toma en cuenta el proceso de moderación y conservadurización que tomó el Unionismo una vez se impuso el gobierno autoritario de Emmet Montgomery Riley.
La integración de Albizu Campos a las luchas civiles se anunció con la “vocación espectacular” dominante por aquel entonces. Ante “el capital, la inteligencia y el trabajo, el culto joven abogado Albizu Campos” hizo su anuncio con un discurso que “más bien pudiera ser considerado como conferencia ateneísta”. El elitismo del acto resulta evidente.
Albizu Campos planteó su tesis en torno a la imposibilidad de la anexión sobre la base de su tesis en torno a la relación de oposición entre los conceptos confederación – federación y sus efectos en la soberanía. Apuntó además la tesis culturalista de la contradicción entre la Civilización Anglosajona y la Civilización Latina en ese contexto.
Explicó por qué no militaría en el Partido Socialista al cual veía como una organización que “se contrae a un programa económico, siéndole indiferente la personalidad de Puerto Rico (…) [y que] postula la lucha de clases, dividiendo a nuestro pueblo que requiere para su salvación un esfuerzo conjunto”. Las posturas antisocialistas estaban claras en el abogado desde su estadía en Harvard. Rechazó al Partido Nacionalista por que también “divide las fuerzas regionales”. La afirmación de Albizu Campos de que él “fue conocido nacionalista en Estados Unidos en donde celebró varias conferencias sobre las pequeñas nacionalidades y el imperialismo de los grandes poderes”, da la impresión de que en aquel momento no se consideraba nacionalista.
La crítica al Bill Jones como una ley “idéntica” al Bill Foraker es muy lúcida y precisa. Sus metas inmediatas en aquel entonces eran la derogación del Estatuto Jones “sustituyéndola por una Constitución que estableciera un gobierno responsable solo a nuestro pueblo” sin aclarar si aquel proceso debería hacer con la anuencia de Estados Unidos o sin ella.

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