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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Preservación de los bosques públicos de Puerto Rico

Preservación de los bosques públicos de Puerto Rico

Frank H. Wadsworth- El fin primordial de la preservación de los bosques públicos de Puerto Rico fue mantener un abasto de madera. Esto no prohibió el corte, sino que favoreció la utilización de los árboles maduros y la eliminación de los inferiores para mejorar la productividad de los árboles jóvenes de calidad. En la próxima fotografía se observa un grupo de árboles de tabonuco de buena forma reservados para producción futura en El Yunque, después de remover traviesas para el ferrocarril y postes.

El segundo objetivo de los bosques públicos fue l a preservación de la calidad del agua, lo que requería la conservación de un dosel protector que amortiguara la fuerza de las lluvias. Esto se lograba cortando solamente por selección, evitando así la formación de claros grandes en el dosel. La efectividad de la práctica de producción y extracción de carbón se aprecia en esta sección de bosque de palo colorado en El Yunque. Tomada como seis meses después del tratamiento de corte selectivo, la foto muestra un dosel casi intacto.

La productividad óptima de un bosque no se logra solamente eliminando los árboles menos prometedores. Es necesario seleccionar los árboles más prometedores y liberarlos de sus competidores. Ésta era una práctica nueva en la América tropical. Fue necesario identificar los árboles selectos, identificar los competidores y experimentar con diferentes intensidades de liberación y con diferentes especies de árboles selectos. Para lograrlo se enumeraron los árboles selectos y se midió su crecimiento anualmente luego de la liberación. Los datos obtenidos en El Verde se aplicaron a cinco mil cuerdas de bosque tabonuco de El Yunque. El proyecto dio origen a dieciséis cursos de tres meses de duración sobre manejo forestal tropical para participantes locales e internacionales.

En las fincas abandonadas en las montañas, la agresiva pomarrosa creció rápidamente y formó bosques bajos muy densos, ideales para la producción de leña. Este bosque cerca de Cidra había rendido leña, retoñado repetidas veces y tenía tocones grandes. La alta productividad de leña se evidenciaba por los muchos retoños que producía cada tocón.

Las fincas abandonadas a menudo formaron bosquecitos mixtos, como el que se ilustra en la próxima fotografía, tomada en el Bosque de St. Just. Se observa una porción de árboles cuya forma indica que sólo sirven para leña, mezclados con otros que tienen fustes rectos y más útiles. Para la producción futura de madera era obvio que hacía falta un entresaque selectivo. La segunda foto muestra el mismo bosque dos años después de extraer leña de los árboles de peor forma. Sin abrir mucho el dosel fue posible ofrecerle más espacio a los mejores árboles. En las montañas de casi todo Puerto Rico, el abandono de pastos invitó la entrada del roble blanco. Este árbol, cuyas semillas flotan con el viento, está muy bien adaptado a los suelos con poca nutrición.

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