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Un espiritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el momento de la resurrección del pasado, de la afirmación del presente y la esperanza del futuro. Esto es parte de ello.
Puerto Rico, el populismo y la guerra

Puerto Rico, el populismo y la guerra (1940-1943)

Mario R. Cancel– La Segunda Guerra Mundial tuvo también un escenario caribeño que ocasionalmente pasa inadvertido. El carácter mundial de la beligerancia fue un hecho concreto que no debe olvidarse. La guerra tocó muy de cerca de la población puertorriqueña en aquella época de cambio e inseguridad. Los efectos que ello tuvo en el afianzamiento de la dependencia entre Puerto Rico y Estados Unidos y en la disolución del radicalismo del Partido Popular Democrático, son asuntos que se han debatido con amplitud durante los últimos 20 años.

Lo que se ha denominado la “Batalla del Caribe”, tuvo su mejor momento entre los años 1942 y 1943. Se trata de la conocida “Operación Golpe de Tambor”, un frente de guerra submarina articulado mediante los U-Boats alemanes e italianos en El Caribe con el propósito de inestabilizar e incomunicar a los aliados europeos de sus suplidores de materias primas, alimentos y combustibles. La meta concreta de los alemanes era echar a pique el mayor número de barcos angloamericanos en el menor tiempo posible: una verdadera carrera por la destrucción. El estratega alemán que formalizó la campaña, el Almirante Karl Doenitz, combinó una flota de torpederos bien artillados, con un conjunto de naves cisterna, conocidas como las vacas lecheras, que suplirían combustible a los torpederos en el mismo campo de acción.

La operación fue exitosa. Solo en 1941, los alemanes hundieron 116,000 toneladas de carga. Entre los meses de enero y febrero de 1942, echaron a pique otras 798,000 toneladas. Y en el periodo que va desde enero a agosto de 1942, destruyeron 59 barcos en el Golfo de México, y otros 220 en la zona del El Caribe. Los objetivos preferidos por los U-Boats eran, en lo fundamental, cargas estratégicas tales como petróleo y bauxita, fundamentales ambas lo mismo en la vida civil que en la militar de las economías de los países en conflicto. Pero a la larga, la campaña no discriminó con las llamadas cargas no estratégicas. De este modo, los barcos cargados de alimentos y consumos también se convirtieron en un objetivo nazi.

Doenitz_HitlerLa agresividad alemana justificó la necesidad de aumentar la presencia y el poder de la US Marine en El Caribe y, por lo tanto en Puerto Rico. El papel de Estados Unidos en el conflicto comenzó a cambiar en la medida en que el país se sentía más amenzado por el nazismo. En ese sentido, la decisión de militarizar la colonia tomada durante las administraciones de los gobernadores el Almirante William Leahy y los primeros años del Dr. Rexford Guy Tugwell, resultaban difíciles de cuestionar. La colaboración del Partido Popular Democrático y su liderato legislativos del 1940, encabezado por Luis Muñoz Marín y Samuel R. Quiñones, fue decisivo en la afirmación de la confianza entre las masas populares del país y las autoridades estadounidenses.

El efecto de la “Operación Golpe de Tambor” fue devastador. En términos generales, paralizó comercio caribeño produciendo una inusual escasez de combustible que frenó en comercio local y que desembocó en una notable escasez de alimentos y consumos. El fantasma del hambre hizo acto de presencia otra vez. La situación encareció los bienes de primera necesidad como el arroz y el bacalao y condujo a un proceso inflacionario muy acusado que afectó especialmente a los desposeídos.

Durante aquel periodo, el desempleo se cuadruplicó y las huelgas y la violencia sindical se dispararon a unos niveles comparables a los primeros años de la Gran Depresión. El crecimiento económico se frenó. Los primeros dos años en el poder del dueto Tugwell-Muñoz Marín fueron críticos. La promesa de progreso del discurso populista durante la campaña de 1940 parecía convertirse en sal y agua.

El freno del crecimiento económico y el compromiso de los Estados Unidos con la causa de la guerra, combinados con el reconocimiento del valor geoestratégico de Puerto Rico en el contexto caribeño, justificaron un aumento en las transferencias federales al país para fines militares y civiles. El “novotratismo” tenía frente a sí un buen laboratorio para demostrar sus virtudes como un tipo de “contrato social alterno”. Pero el “novotratismo” y su lenguaje democrático tuvieron que ser acompañados, otra vez, con una política de “mano dura” similar a la de los primeros años de la década de 1930.

En ciertos momentos se llegó a considerar la posibilidad de recomendar la implantación de la Ley Marcial en el país y que se dejara en manos del ejército el proceso de distribución de bienes y consumos como ya se había hecho al momento de la invasión de 1898. La idea típica de tiempos de guerra de que algunas libertades debían ser sacrificadas por el bien mayor de la paz, se hizo patente en el discurso populista. La democracia y el autoritarismo convivieron en aquel momento de una manera palmaria. La situación de la guerra demostró la vulnerabilidad de la región caribeña y estimuló la supervaloración del americano entre la gente común que vio en aquel poder un potencial y confiable protector de la seguridad local. También ratificó la desconfianza de las autoridades de Estados Unidos en los sectores anexionistas republicanos y distanció la posibilidad de la estadidad para Puerto Rico por mucho tiempo.

La solución a la crisis vino, sin embargo, de diversas fuentes. En 1943, la “Operación Ultra” de los británicos, un proyecto de análisis criptográfico, quebró la secretividad de los códigos alemanes y pudo predecir buena parte de los movimientos de la flota de U-Boats alemanes en la región. Por otro lado, una serie de mejoras en las técnicas de sonar y ultrasonido desarrollados en laboratorios militares americanos, facilitaron la detección del enemigo en las aguas caribeñas. De ese modo, el hundimiento de torpederos y cisternas se generalizó, los alemanes se alejaron de El Caribe y los Aliados ganaron la Guerra en el Caribe. De inmediato, la situación económica comenzó a normalizarse desde 1943.

El resultado neto para Puerto Rico fue que la crisis económica, el peligro alemán y la ayuda de Estados Unidos, moderaron la política local. La US Marine y la US Army afianzaron su papel en el país y El Caribe. El clásico mito de “te coge el holandés” se reinventó en el mito de “te coge el alemán”. Pero aquellas corporaciones militares, se opusieron consistentemente a cualquier reforma política que pudiera parecerles radical lo mismo en la dirección de la estadidad que de la independencia.

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