La elección general de 1932 marca un hito en la lucha de la mujer puertorriqueña por salir del humillante cerco en que se le tiene al no permitírsele votar ni ocupar puestos públicos. El 18 de abril de 1929 se convierte en ley un proyecto del senador unionista Manuel A. García Méndez que reconoce el derecho de la mujer a votar, aunque – como en el caso de los hombres – sólo pueden hacerlo aquellas que sepan leer y escribir, lo que deja fuera del proceso electoral a unas 300,000 mujeres. Pero aun con esa restricción, el senador unionista realiza un acto de justicia electoral y de reivindicación a un grupo que hace mucho tiempo viene participando activa y significativamente en la defensa de sus partidos e ideales a través de organizaciones como las Uniones de Damas, la Liga Femenina Puertorriqueña y la Asociación Puertorriqueña de Mujeres Sufragistas.
Mujeres extraordinarias como Ana Roqué de Duprey, Angela Negrón Muñoz y Carlota Matienzo imprimen gran calor a la lucha en búsqueda del reconocimiento de su derecho electoral. El logro de 1929 no es fácil. Se necesita mucha voluntad para vencer los estereotipos que en su día, y a pesar de su talento, no puede vencer otro legislador unionista, el representante Nemesio R. Canales, al presentar en 1909 el primer proyecto gestionando el voto para la mujer. Aprobado ahora, unas 121,000 mujeres se inscriben para votar en la elección general de 1932. Pero no sólo se inscriben sino que tres de ellas se postulan para ocupar cargos legislativos y una – María Luisa Arcelay, de Mayagüez – resulta elegida representante a la Cámara por esa ciudad en la papeleta de la Unión Republicana. Es la primera legisladora de nuestra historia.
En esta elección, sobre 300 mujeres se postulan como candidatas a asambleístas municipales. En el libro de Blanca G. Silvestrini y María Dolores Luque de Sánchez que hemos citado anteriormente, éstas recogen algunas de las décimas que a raíz de la aprobación del voto femenino los diferentes partidos hacen circular tratando de atraerse el voto de éstas. La siguiente tiene el auspicio del Partido Liberal:
Mujeres puertorriqueñas
Defended el ideal,
Que es nuestro corazón siempre
El Partido Liberal.
Pues debéis de recordar
que esta patria es Borincana
y que no la debe gobernar
esa Unión Republicana.
Por su parte, los cantores de la Unión Republicana dicen a la mujer:
Ya no cuidará los gatos
Ni vivirá en la cocina
Votará por nuestra dicha
Como Dios se lo ha mandado.
Al obrero maltratado
Librará de los coyotes
Que le causan sinsabores
Dando ejemplo de nobleza
Que por lo menos al verla
Tiemblan los Judas, señores.
Ella tiene la esperanza
De ver muy pronto en la cima
Al Partido Socialista
Y a la Unión Republicana
Ahora como avalancha
Viene a aliviar los dolores
Causados por estos dioses
De carne y hueso formados
Que un día al pueblo cantaron
Para luego ser opresores.

Antonio Quiñones Calderón
Antonio Quiñones Calderón, periodista e historiador, ha ejercido el periodismo por más de seis décadas y es autor de una treintena de libros sobre asuntos de política y gobierno, incluido Historia Política de Puerto Rico, por el que recibió en 2003 el Primer Premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña.
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